Mentiras y propaganda. Juan Luis Gordo, candidato al Congreso por el PSOE y jefe desde hace años de la cosa socialista en Segovia, da un respingo en la silla, alza algo la voz y con oficio busca miradas cómplices entre los escasos espectadores del debate que acogimos esta semana en esta casa. Allí estábamos Ana, de moderadora; Carlos, que tomaba nota para luego transmitirles a ustedes qué joyas se han lanzado unos a otros; Toño, foto va y vídeo viene; Cristina, que medía tiempos para que hubiera equilibrio, que estos políticos son muy pícaros; Noelia y Laura, sombras de la aspirante popular y del socialista y yo, sin función alguna salvo ser el único público en sentido estricto.
Gordo insiste en su definición de la situación económica o de la sanidad y educación, la pareja indisoluble de asuntos, siempre tan maltratada. Esa repetición provoca que el candidato neófito de Ciudadanos imite la voz de la veteranía para reproducir la idea con otras palabras: mentiras y marketing. Así lo define Javier Rodríguez Recio –un médico que dice recetar propuestas frescas– al hablar de la acusación que soporta su partido de querer cerrar los pueblos. Desconozco de qué manera, pero el PP le ataca por ahí, mientras el PSOE le tilda de derechona.
El debate, que no es decisivo, un calificativo del que gustan las televisiones, sí es esclarecedor y un dechado de respeto. Además de los dos participantes fogosos a quienes indigna tanta política con publicidad engañosa, están más sosegados los representantes de Partido Popular y de Podemos, Beatriz Escudero y Daniel López, quienes completan el cuarteto. Una tertulia a cuatro bandas en la que he de confesarles que se habló poco de Segovia y mucho de generalidades. Son elecciones al Parlamento nacional y obviamente eso se percibe, aunque uno siempre tiene la esperanza de que se acuerden de la vida en esta pequeña provincia.
Definitivo y el padre de todos los debates no alcanzó a ser, pero, que quieren que les diga, a mí me encanta que se fajen en mi casa unos tipos que es muy posible tengan los próximos años resueltos. Al menos, dos de ellos y un tercero, a expensas de las caprichosas urnas, esas cajas mágicas a las que estos miran cada cuatro años con ojos de codicia. Mola verlos emplearse a fondo ante solo un espectador –yo mismo–, amén de tres compañeros del periódico y dos trabajadoras de sus propios partidos. Como ven, un patio de butacas poco nutrido, pero muy interesado en el asunto.
Concluyente y determinante para que ustedes opten por una u otra opción con lo que les contamos al día siguiente tampoco fue, pero, de verdad, que así, tomados de uno en uno, que escribió Goytisolo y cantó Paco Ibáñez, son gente normal, como usted y yo, y no unos degenerados, como pretenden algunos. Tienen sus alegrías y sus cuitas, vale; pero son como polvo, no son nada, por continuar con lo que decía el poeta y musicaba el cantautor.
Seguro que su voto no lo decide lo que les hayamos relatado del debate, faltaría más. Me conformo con no haberles confundido. Como me contaba el candidato de Ciudadanos que le espetó una señora hace unos meses en la campaña de las municipales: «¿es usted el que va a subir el pan?» No, contestó asombrado. Ya ven son cosas de las mentiras, la propaganda y el marketing, que tanto lío crean y tanto daño hacen.