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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

En expectativa de destino

Hoy es el día. Para unos el último del bipartidismo y la antesala de una nueva era política y para otros solo el de una cita con las urnas, una más, para la ya madurita democracia española. Pero para todos es el día en el que se resolverán esas y otras dudas que nos acompañan y afligen desde hace meses. Una jornada en la que viviremos de nuevo la sensación de que nuestra participación es útil a un sistema que, mire por donde se mire, es como la televisión pública cuando era única: la menos mala.
Volveremos a pisar ese colegio electoral de nuestro barrio con alguna cana más e, incluso, con las manos con durezas electorales de tantas veces que hemos votado. Para mí al menos será así, porque para otros como mi hija representará su estreno con lo que supone para ella de paso a la mayoría de edad social. Me imagino que algo habrá reflexionado su voto, aunque es muy probable que se encuentre entre los millones de indecisos que confieren a estos comicios un carácter diferente, un volatilidad que deja las cábalas sobre lo que puede ocurrir hoy como meras apuestas de barra de bar, sin fundamento fiable.
Desconozco qué hará mi hija con sus santos dieciocho años y con las benditas papeletas. Y también qué decisión tomarán todos esos a los que aún no ha seducido partido ni propuesta alguna. Pero lo que sí me atrevo a aventurar es que tanto mi combativa niña, los que no saben qué hacer con su cuerpo y con su voto y todos los demás coincidimos en algo: estamos a la expectativa. Porque desde hace al menos tres decenios nunca unas elecciones habían despertado tanta expectación por saber su resultado. La inmensa mayoría esperamos con una curiosidad prácticamente inédita a conocer cómo les ha ido a los Mariano, Pedro, Albert o Pablo. Y, por supuesto, a sus correligionarios en cada provincia, como en Segovia a los Beatriz, Juan Luis, Javier o Daniel.
A la expectativa estamos para lo que suceda esta noche. Y a partir de mañana en expectativa de destino –ese término jurídico para designar una de las situaciones administrativas en la que puede estar un funcionario – es donde estamos todos los españolitos, como aspirantes que hemos superado cada una de las pruebas de esta intensa y animada campaña electoral para encontrar acomodo en la España cambiante. También los candidatos se hallarán en la misma posición.
Y nuestro puesto será el que decida el que gane ya sea solo o en compañía de otros; o los que pierdan unidos, que está por ver. En esta oportunidad todos los indicios llevan a pensar que serán más de uno los que firmen nuestro destino, nuestra colocación en este tiempo nuevo –vaya, ya me salió otra vez la frasecita–. A mí donde me manden, dirán los disciplinados. Y a mí, donde decidan, asegurarán los tibios. Pero a mí donde me corresponda, contestarán los aguerridos.
Un destino que comenzará mañana con las urnas ya vacías y seguro que con la sensación de que el asunto no era para tanto, que de calificar lo que nos sucede como momentos históricos están los periódicos llenos. Con el paso de los días asumiremos lo ocurrido y ya nadie se acordará de lo anterior, que la memoria es frágil. Y pasaremos la Navidad y la cuesta de enero y supongo que ya nos habrán provisionado un destino definitivo, por el bien de todos.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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