-Qué día es hoy, preguntaba el condenado mientras miraba al verdugo.
–Lunes, le respondió.
–Pues mal empezamos la semana, sentenció antes de que el hacha cayera sobre su cuello.
Mal comienzo, sí, el mismo que ha tenido el Ayuntamiento de Segovia que, con todos ya en marcha y a sus tareas, va a ser el penúltimo en constituirse. Un lunes que va a durar una veintena de días desde que se formaron casi todas las corporaciones municipales hasta el próximo 5 de julio, fecha en la que si el Acueducto no se desploma veremos un nuevo gobierno socialista por quinta vez consecutiva.
Mal rollo, también, porque han querido cortar la cabeza al ganador de las elecciones en los tribunales y es posible que ni olvido ni perdón en cuatro años. Es extraño ver que la víctima perdona a quien ha querido ser su verdugo y aunque pueda parecer agorero, me temo que en este caso va a ocurrir parecido. Porque siempre que pasa lo mismo, sucede igual, que dicen, como ya les he contado en otra oportunidad, en el paraíso de La Granja.
Con toda legitimidad y seguro que sin ánimo de menoscabar la institución, Ciudadanos ha obrado, aunque su pretensión se antojaba irrealizable para todos menos para ellos. Solo han conseguido sembrar ciertas dudas, pese a que a estas alturas del partido que jugamos desde hace cuarenta años con la democracia hacen falta muchas semillas para que brote un pucherazo.
Ahora viene la segunda parte de esta batalla política en los juzgados: la Diputación. Allí están mezclados condenados, verdugos y hasta el cura que absuelve de sus pecados a los reos de muerte. Quieran los tiempos judiciales que no sea un lunes largo y al sol. De lo contrario, mal empezamos.