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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Las puertas que se abren

Siempre que se cierra una puerta se abre otra. Eso dicen, al menos. La frase es optimista y quien la pronunciara por primera vez no debía ser de aquí cerca, porque a los recios y austeros castellanos estas bocanadas de optimismo no nos seducen mucho. Pero vamos a ponernos en la piel de otros pueblos de este suelo patrio tan plural y asumir el adagio como propio; entremos en el pellejo de otros con menos propensión al pesimismo, con más ganas de ver la botella medio llena que las que siempre parecemos tener aquí.
Nos viene bien apuntarnos al optimismo, a la puerta que se abre al clausurarse otra, para analizar lo que ha ocurrido esta semana. Comenzamos con un día histórico, el lunes. Y aunque el calificativo nos suene a sobado, esta vez sí es certero. La abdicación de Juan Carlos I en favor del futuro Felipe VI entra en la Historia, ya sea uno monárquico, republicano o empleado de Renfe, que hay asuntos urbi et orbi. Y entre las miles de líneas que se han escrito, de comentarios de gente seria en las tertulias razonables me quedo con el que anuncia que con la decisión del aún monarca se ha acabado la Transición, ese invento de hace ya casi cuatro decenios, precisamente la misma cifra de años del anterior régimen. Casualidad algo irreverente, pero al fin y al cabo una coincidencia en el tiempo.
Termina pues el protagonismo de una generación a la que quienes les seguimos en edad estamos agradecidos porque nos han dejado una notoria estabilidad social y política de la que nuestros antepasados no pudieron disfrutar, aunque seguro que ellos, con sus cosas, también fueron a ratos felices y otros penaron en este valle de lágrimas. Es la naturaleza humana y es evidente que es dichoso aquel que no aspira a cotas inalcanzables, a participar en los juegos olímpicos cuando Dios no le ha guiado por el camino del deporte.
Y en nuestra Segovia, aunque es obvio que no es equiparable, una renuncia, la del presidente de la anciana Gimnástica Segoviana –suma algún año más que los mandatos de los dos últimos jefes de Estado juntos– ha supuesto nuestra abdicación local. Y como en la real, en esta futbolera quien se va ha señalado a su relevo. Coincidencia también, como lo son las razones: cansancio y paso a quienes tengan más fuerzas para guiar naves en estas procelosas aguas de la segunda década del siglo. Y, casualidad igualmente, el cambio se producirá el mismo día, para que luego digan que en esta tierra no hacemos caso a los criterios nacionales, que somos muy nuestros y muy de nuestras cosas.
Terminada pues la semana de las renuncias nos adentramos en otra que ¡válgame el cielo y la vista! es la del inicio del santo Mundial de fútbol. El muerto al hoyo y el vivo al balompié parecen decirnos con tan escaso tiempo de diferencia. De lo histórico a lo histérico, de la mesura al exceso de los goles, árbitros mezquinos y demás corte celestial que acompaña a las nupcias entre millones de personas y el balón.
Y por primera vez los españolitos acudimos a nuestros sofás o bares como defensores del castillo, algo que nunca se nos ha dado bien en otros órdenes. Pero en el fútbol todo es posible y abierta la puerta del triunfo hace cuatro años espero que no nos golpee en las narices. Aunque solo sea por ver celebrarlo a Felipe VI, que les recuerdo es del Atlético al que las puertas se le cierran de forma muy dolorosa e injusta.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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