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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Vaivenes del optimismo

Caía la tarde del jueves con la sensación de un día extraño. Lluvia fuerte a primera hora, sol tímido, luego agua de nuevo y un sentimiento de que el verano ha llegado con ganas de hacer la puñeta. Después de meses de espera a ver si el sol nos carga las pilas y nos limpia la melancolía, desmoraliza este comienzo y las previsiones de los agoreros que indican que el tiempo va a estar revuelto en este mes que presume de ser el más caluroso del año. Ojalá fallen, pero por fastidiar que no quede, claro.
Vaivenes pues a las puertas del primer fin de semana del mes que no lograron doblegar las ganas que por la tarde tenía de contarles que, a pesar del tiempo cambiante y algo cruel, la semana había sido pródiga en esas noticias que aquí, desde este viejo periódico, nos encanta publicar. Varias eran las informaciones que me invitaban a ser optimista en la penumbra de la tarde nublada. Y todas relacionadas con el asunto que más nos agobia: el empleo. A la presentación oficial de una industria que fabrica desde hace un tiempo simuladores para obtener el carné de conducir, con un centenar de trabajadores, se une el inicio de la construcción de un supermercado que creará cuatro decenas de puestos de trabajo; además, los datos indican que en el último mes hay medio millar menos de parados. Noticias pues que son para lucir una amplia sonrisa e incluso para coincidir con el Gobierno –Dios no lo permita en otros asuntos– en que hay una luz, aunque sea leve, al final de este gran túnel que atravesamos con sudor y lágrimas.
Pero como el tiempo, el día estaba predestinado a ser de metamorfosis, de alteraciones, como si pretendieran borrarnos el optimismo por ser nocivo para la salud. La tarde, les decía, era de agua de quita y pon y en la redacción todos pendientes de los eventuales estragos que pudiera causar. Pero miren, qué sorpresa, que un elemento antagónico iba a ser el protagonista: el fuego. Un incendio en una planta de jamones en Pinillos dio al traste con todos los pronósticos. Y como una broma macabra, el día de más lluvia en muchos meses, de insistente tormenta veraniega, se convertía en una jornada de llamas traicioneras que quemaron la ilusión de una familia dedicada durante cuatro generaciones a la muy segoviana producción de embutidos.
Inimaginable para la mayoría, aunque explicable si uno se para a pensar y concluye que un corte de luz por una tormenta es un riesgo de incendio. Y así parece que fue y la grasa de los miles de jamones hizo el resto para que la nave se convirtiera en una formidable pira que quemaba la idea que tenía de hablarles de ese optimismo al que me refería y que había provocado tanto guantazo al asqueroso desempleo.
La noche ya estaba aquí, entre agua, humo y desolación. Pero miro internet y voy a otras noticias que alivien mi disgusto por no poder continuar con el hilo argumental de mis buenas vibraciones. Y, como cuando uno busca consuelo en cosas triviales para desconectar de la realidad, encontré un titular demoledor: ‘Mirar los pechos de las mujeres alarga la vida de los hombres’. Dicho por un estudio de científicos alemanes para darle valor. Pues ya saben no miren ni el agua ni el fuego y lo otro háganlo con disimulo no vaya a ser que engorden las páginas de sucesos y estropeen otra vez mi optimismo.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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