Está en primer nivel de topicazos eso de «lo importante es la encuesta buena, la de las urnas», cuando se publican sondeos previos a una cita electoral. Y en este asunto en una honrosa segunda posición se encuentra ese bonito lugar común que asegura que las encuestas sirven para ver la tendencia. Dos mantras –otra palabra que va camino del tópico– que los políticos manosean, como todo.
En el padrón de Segovia las dos sobadas ideas también han triunfado, con la encuesta buena del número de censados positiva y la tendencia, como consecuencia, también favorable. El INE nos ha dado una alegría entre tanto pico fácil con la despoblación y su sangría, otra expresión que va por la senda adecuada para convertirse en campeona de la repetición impertinente.
Dice el bendito padrón del segundo semestre del año pasado que vamos al ritmo de crecimiento de un segoviano más cada día. Más o menos; segoviano arriba, segoviano abajo. Y es para celebrarlo tal y como está el patio, donde cada vez juegan menos niños y hay más grafitis y gatos.
Es un pequeño paso para el segoviano, pero un gran salto para nuestro futuro en esta tierra que muchas veces mira más al dedo que a la luna. Por eso no nos echemos a la bartola porque dicen que por un clavo se pierde una herradura, luego el caballo y, al final, el caballero. No vaya a ser que perdamos el clavo ardiendo de la tendencia al que nos agarramos y seamos un segoviano menos cada día.