Anda por ahí un chaval depilado como un travesti holandés que canta en una ‘boyband’. Es uno de esos tiernos que las pone tiernas. El grupo se llama Dvicio y suena a todas horas una canción que se llama ‘Paraíso’ en la que un tal Andrés le explica a un padre que le está robando a su hija y le dice que da igual lo que piense, porque que ella ya está camino «del paraíso».
Mira, Andresito, me he imaginado que esa hija de la que hablas es la mía y te voy a dar la razón en una sola cosa. Cuando dices que te falta el aire cuando no la besas. Te podría echar un cable con la imagen literaria, pero vale, a mí también me falta. Pero el paraíso no eres tú, imbécil. Lo es ella.
En realidad, te crees rompedor, pero me dan absolutamente igual la altura de tus pantalones, que te asome la hucha, que lleves más escote que mi mujer o que te dediques a la música. Yo mismo pasé ocho años de mi vida sin hacer otra cosa que cantarle a la luna y pasaría otros 16 en ese trance. Pero como vengas a decirme que te vas a llevar a mi hija y que yo voy a tener que tragar y encima lo digas con esa cara de bobo…
Y aunque creas que la tienes loca, es muy probable que mi hija termine haciendo su vida con algún tío majo y educado como ella, aunque enseñe los gayumbos por detrás de los pantalones, que eso es lo de menos. Cuando sea mayor, se reirá de vuestras fotos, créeme. De verdad te recomiendo que cambies la estrategia de apechugar a los padres de las chorbas que te ligas porque te crees un tipo con suerte, pero alguno terminará metiéndote la guitarra en el culo.