Tenía razón Rajoy el pasado sábado en Valladolid cuando se refería a que los árboles no dejan ver el bosque en el PP. Él aludía a que el ruido de la crisis interna no permite atisbar mínimamente la labor de oposición que están haciendo al Gobierno de Zapatero. Pero se olvidaba el ¿líder? popular de que estaba en una comunidad autónoma en la que su partido gobierna desde hace la friolera de 21 años; y claro, la cosa se hace aún más trágica porque aquí la responsabilidad de gestionar los dineros públicos está en manos populares.
No es de extrañar, por tanto, que empezando por Herrera y acabando por cualquiera de los centenares de alcaldes del PP, en este partido en Castilla y León estén deseando ya pasar la página del congreso nacional de Valencia. Al margen de que haya o no candidatura alternativa a la de Rajoy (qué triste, por cierto, que todo un ex ministro como Costa no encuentre una decena de nombres notables para formar una lista) y al margen de que el congreso se cierre o no en falso (artificial, lo llaman eufemísticamente dentro del partido), lo cierto es que cada vez son más las voces en el PP de Castilla y León que muestran su malestar por el ruido que emana desde Madrid ya que les hace aparecer a ellos aquí como partido en crisis en lugar de como el partido que gestiona miles de millones de euros y materias tan esenciales como la sanidad o los servicios sociales.