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La Espita

Herrera pierde un escudo

NI en la peor de sus pesadillas podía imaginar el presidente de la Junta y del PP regional, Juan Vicente Herrera, un comienzo de curso político tan nefasto para sus intereses. El escándalo de las plantas solares, pese al intento gubernamental de ayer de cerrar la cifra de funcionarios implicados en 13, es de los que acaban por contaminar todo el curso político. Y en peor momento no le podía llegar a Herrera: Con medio Gobierno rozando el encefalograma plano en lo que a iniciativa política y de gestión se refiere y con la inminente llegada de un nuevo líder socialista, el segoviano Óscar López, con lo que ello significa de oxígeno para la labor de oposición.
Pero con ser grave el asunto, que tiene toda la pinta -y habrá que esperar a ver si se pone en marcha la investigación de la Fiscalía y qué se deriva de ella-, es como mínimo sorprendente, desde fuera, y notablemente inquietante, desde dentro, cómo han reaccionado los resortes políticos populares. Antes de irse de vacaciones, el presidente de la Junta tuvo que sufrir en carnes propias el fallo del escudo protector del partido en la negociación de la financiación autónoma: la propia dirección nacional le dejó inicialmente indefenso en la fijación de una postura que garantice dinero suficiente para Castilla y León y desde la estructura regional no anduvieron muy finos a la hora de explicar cómo el propio Herrera llevaba un mes batiéndose el cobre contra su dirección nacional para defender a Castilla y León frente a las comunidades pobladas.
Y ahora, en el escándalo de las plantas solares, al presidente le falla otro escudo, esta vez el parlamentario, el del grupo mayoritario, tanto en la Mesa de las Cortes como en el propio equipo de procuradores populares. Los socialistas se han lanzado -lógicamente- a exigir explicaciones en las Cortes sobre el escándalo de las plantas solares; y han tenido la callada por respuesta durante casi un mes lo cual, además de una reacción vergonzante por parte del grupo popular y de la dirección de las Cortes, ha demostrado que la maquinaria y el discurso popular de transparencia, debate y no ocultación de nada falla por completo: lo peor en un caso así es el silencio; lo mejor, un buen ataque (esto es de primer curso de política).
Ayer mismo Herrera tuvo que echar mano del escudo protector del Ejecutivo y de su principal responsable, el portavoz y consejero de la Presidencia, para defender el flanco ahora mismo más débil, el de la salvaguarda de los intereses públicos. Al menos ya se sabe que se han revisado casi dos mil expedientes y que en ellos no hay tratos de favor; y, al menos, ya alguien de la Junta ha dado la cara. Hora era.
Pero el flanco parlamentario, en el que los socialistas empiezan a moverse a sus anchas como no lo hacían desde hace una década, es una vía de agua para Herrera de las de preocupar. El presidente de la Junta tiene un problema grande: en su estrategia política le falla estrepitosamente una de las tres bases sobre lasque se asienta el éxito del proyecto político popular en Castilla y León, el grupo parlamentario y la mayoría que tiene en la Mesa de las Cortes. Esta es la primera consecuencia política del escándalo de las placas solares, cuyo final nadie se atreve a pronosticar si está cerca.

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Sobre el autor

J. I. Foces, jefe de área de El Norte de Castilla, expone aquí sus opiniones sobre nuestra región.


agosto 2008
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