Andan muy contentos en el Partido Popular de Castilla y León por el resultado de las europeas del domingo. ¡Como para no estarlo! Las estadísticas de las urnas en Castilla y León han anotado un récord para el PP: el 7 de junio del 2009 ha conseguido la mayor distancia electoral con el PSOE -13,4 puntos- de toda la democracia. Herrera también tiene su récord, por tanto, al pulverizar los 12 puntos que había logrado Juan José Lucas en 1995.
Todo récord en el PP regional acarrea un disgusto en el PSOE. El del domingo fue morrocotudo. Por elegir, hay varios elementos para comentar. Uno, que el PP vuelve a ganar al PSOE en León, ahora en unas elecciones de ámbito estatal y con Zapatero en la Moncloa. Que en la provincia de la que es originario el nuevo líder autonómico socialista, el segoviano Óscar López, los populares le han sacado mucha ventaja. Además del récord de los 13,4 puntos de distancia entre ambos partidos, hay provincias como Valladolid en la que se ensancha la diferencia desde las últimas elecciones, y eso que los dos partidos han renovado a sus máximos dirigentes.
Se mire como se mire, la victoria del PP ha sido contundente. Se mire como se mire, la derrota del PSOE ha sido de órdago. Los populares tienen motivos para estar bailando unas marzas hasta bien entrado el verano; a los socialistas les sobran argumentos para estampanarse la cabeza contra un muro.
Pero esto es política. Y hay que hacer lecturas en clave política. Fijemos el objetivo de la cámara en el PSOE de Castilla y León. Quien quiera atribuir a Óscar López la abultada derrota se equivoca de cabo a rabo; quien quiera atribuir a Óscar López la pérdida de no se sabe qué varita mágica para ganar elecciones, que algunos le veían en la mano para que a las primeras de cambio diera la vuelta al mapa electoral regional, meten la pata hasta el fondo. A Óscar López le dejaron la casa socialista regional sus antecesores como un solar del Sahara (que debe ser como la madre de todos los solares o más) y, por tanto, bastante ha tenido con hacer frente a sus primeras elecciones como líder regional con las mimbres rotas que heredó.
Pero eso no exime a la actual dirección socialista no ya de culpa sino de la obligación de pararse a pensar qué hace, o mejor dicho, qué no hace para que las urnas le haya metido ese meneo. Las urnas se han comido de un bocado el posible efecto López que, como mínimo, debería haber ayudado a parar el golpe de la acometida del PP y del cabreo de los votantes por la crisis. Y ni eso. El golpe ha sido tremendo.
Un aspecto a tener en cuenta, y que en los últimos tres meses ha rondado ya más de un cenáculo socialista, lo constituye el hecho de que el tridente que componen el secretario regional, Óscar López; la vicesecretaria, Amparo Valcárcel, y el secertario de Organización, Pedro José Muñoz, tenga sus responsabilidades políticas en Madrid. El primero y el tecrero como representantes de segovianos y abulenses, respectivamente, en el Congreso de los Diputados, donde tienen que estar muchos días a la semana con los debates a los que obliga el cargo. La segunda tiene su despacho permanentemente allí, es la delegada del Gobierno en Madrid. ¿El intento de López de confeccionar una alternativa a Herrera en el 2011 puede sostenerse con él y sus dos máximos apoyos con cargo en Madrid?