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La Espita

San Julio, 'ora pro nobis'

Los anuncios de Herrera de reformas y cambios copan la agenda de la Junta hasta agosto

:: J. I. FOCES


VALLADOLID. España se acostó el 11 de mayo sin saber que unas horas después, al mediodía del día 12, el presidente del Gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, iba a anunciar el recorte económico más grande de todos los recortes, obligado por el secretario general del Partido Comunista de China, por el presidente de Estados Unidos y por los todopoderosos mandatarios de Francia y Alemania. Y ha hecho falta que transcurriera un mes y medio para saber en qué se iba a traducir los recortes de Zapatero en las cuentas públicas de Castilla y León. Se supo el miércoles, día 23, cuando Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta, después de casi seis semanas de calculadora para un lado, calculadora para otro, lapicero y goma de borrar, anunció en las Cortes, en el Debate sobre el estado de la Región, que la política de Zapatero -la que han intervenido Wen Jiabao, presidente chino; Barack Obama, presidente estadounidense; Nicolás Sarkozy, presidente de la República francesa, y Angela Merkel, canciller alemana- obligará a Castilla y León a contar con 1.000 millones menos (una cifra que se dice en un suspiro, pero que es muchísimo dinero, tanto como casi todo el capítulo 2 del Presupuesto regional, con el que se pagan los gastos corrientes y de servicios de todas las consejerías y empresas públicas). 1.000 millones.
Nunca hasta ahora un pleno de política general había tenido tanta repercusión práctica para los ciudadanos. Solían servir para que Junta y la oposición se lanzasen los trastos a la cabeza; para que el Ejecutivo regional anunciase un montón de iniciativas para mantener viva la llama de la iniciativa política; para, incluso, repasar incumplimientos… Pero nunca para decir cuánto iba a ser el Presupuesto del año siguiente. ¡Cómo estará de mal la economía! ¡Cómo! 1.000 millones menos de ingresos, 1.000.
A nadie le agrada que le digan que el año próximo se van a recortar gastos públicos; pero al menos sabemos que la Hacienda regional no subirá los impuestos que de ella dependen. El compromiso de Herrera podría parecer más electoral que otra cosa; pero si se atiende a los antecedentes, sus 9 años de presidente, hay que colegir que esa decisión de no elevar la furia recaudadora es algo consustancial a su forma de gobernar que, evidentemente, no va a cambiar a estas alturas.
Eso sí, es imposible no leer en clave ideológica esa medida de no subir impuestos (que no hay que olvidar que Herrera adelantó en el seno del PP nacional y que luego hasta el mismísimo Rajoy le ha seguido en el ejemplo) y ponerla frente a lo que han hecho otras comunidades, especialmente las gobernadas por socialistas. En Andalucía, Extremadura y Cataluña se han apresurado a elevar los impuestos, a las rentas más altas y fortunas. Lo fácil sería decir que Herrera se ha puesto a dar lecciones de progresismo a los propios socialistas, como si les hubiese adelantado por la izquierda. Y, aun siendo verdad, lo que inspira esta decisión del presidente de Castilla y León de no elevar ningún impuesto autonómico y reducir los gastos en 1.000 millones en el 2010 -los mismos 1.000 millones que no ingresará la Junta por obra y gracia de la crisis tan pésimamente administrada por Zapatero – es más una filosofía de gobierno basada en el humanismo económico, ése que tan bien encarna el economista y escritor José Luis Sampedro: la lucha entre el tener y el ser, la lucha que está en la raíz misma de la evidencia de que lo que hace falta es «rectificar el rumbo», como siempre ha destacado Sampedro: «No se trata de rechazar ninguno de los progresos materiales, sino sólo sus aberraciones». No todo es dinero, no todo se hace con dinero: imaginación al poder. La que anunció Herrera que reclamará a sus altos cargos.
Discurso muy medido
Entre las cualidades del discurso de Herrera el pasado día 23 (al menos al mismo nivel que la dosis de realismo que lo recorría en cada uno de sus 20 folios), se encuentra la detalladísima redacción de muchos de sus párrafos. Medido, muy medido. Así fue el discurso.
Y así fueron los mensajes que lanzó. Al exterior, a los ciudadanos, claros, concisos, “a calzón quitado”, que diría el castizo. Pero hacia el interior, hacia su gobierno, hacia su partido y hacia el propio hemiciclo -socialistas incluidos-, también. A Herrera le quisieron hacer una crisis de Gobierno no se sabe muy bien quiénes. Y se creyeron que, de haberla, la anunciaría en el Debate de la Región. ¡Qué poco le conocen incluso algunos y algunas en los que más ha confiado estos años! Si la mayor crisis la hizo por fax en un puente festivo (octubre del 2004), ¿iba ahora a hacerla en las Cortes, con la que está cayendo y la gravísima situación económica general?
El pasado día 10, al terminar el Consejo de Gobierno, el presidente encargó a todos sus consejeros un estudio de cómo adelgazar la estructura orgánica de sus departamentos. No dijo que lo fuera a aplicar, pero cuando los consejeros fueron estudiando el asunto en sus respectivos centros y se fue corriendo la voz, a algún cargo del tercer y cuarto escalón le faltó tiempo para ponerse nervioso; incluso alguno llegó a despedirse de sus adversarios políticos. Sí, como lo oyen. Algún cargo socialista de la Administración central ha llegado a recibir una llamada de determinado cargo del PP en la Junta anunciándole su posible e inminente salida. Impresionante. ¡Ni al presidente del que depende se le había pasado por la cabeza prescindir de ese cargo y éste ya estaba diciendo adiós!
Que algo va a hacer Herrera lo dejó él mismo claro la pasada semana en una respuesta parlamentaria al PSOE. Y el miércoles, 23, anunció la «reestructuración y reducción del número de entidades instrumentales» (toma lenguaje medido). Es decir, planea reducir fundaciones y empresas públicas; eso es ya público y conllevará recorte de altos cargos en el cuarto escalón (ya saben: el primero lo conforman los consejeros; el segundo, los viceconsejeros; el tercero, los secretarios generales; el cuarto, los directores generales). Más de uno del segundo o del tercero va a asumir funciones del cuarto. En algunas consejerías ya se hace desde hace mucho tiempo. Y si se lee el medido discurso presidencial, el análisis pasa ahora por saber si se mantendrá determinado departamento al que los recortes de políticas de empleo público convierten en menos necesario que hasta ahora. Y, si hacemos caso al discurso, que hay que hacérselo, no habrá más. Con releerlo se ve. ¿Cuándo? Hay nada menos que cinco consejos de Gobierno en julio, antes de vacaciones.
Y hay un detalle más a tener en cuenta. Antes del discurso del día 23 el presidente no tenía el profundo enfado que ahora tiene (según ha trascendido) porque determinados cargos del segundo y tercer escalón de la Junta desoyeron la recomendación de no acudir a la tribuna de público de las Cortes y quedarse en sus despachos trabajando. Sólo tenían bula para estar presentes en esa tribuna los altos cargos del Gabinete y la Consejería de apoyo al presidente. Ninguno más. Y, sin embargo, Herrera tuvo que contemplar la imagen de al menos 5 viceconsejeros y 6 secretarios generales en la tribuna. Y tomó nota.
El día 1 empieza julio. Y es San Julio (santo al que se considera fundador del Archivo de la Santa Sede). Puestos a encomendarse y a invocar, no sobra la ayuda divina. San Julio bendito, “ora pro nobis”…

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Sobre el autor

J. I. Foces, jefe de área de El Norte de Castilla, expone aquí sus opiniones sobre nuestra región.


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