El mensaje socialista de lucha contra la crisis topa en la región con un escenario complicado
:: J. I. FOCES
VALLADOLID. En unos días tan convulsos como éstos, el tema estrella de conversación en los cenáculos políticos, económicos -e incluso culturales- de Castilla y León ha sido la presencia del secretario regional de los socialistas, el segoviano Óscar López, el sábado 15 en “La Noria”, de Telecinco. Dos conclusiones claras de esa presencia televisiva en “prime time”, que es como los cursis televisivos llaman al horario de máxima audiencia. La primera, algo que ya se sabía por las tablas de espectadores: la impresionante cantidad de gente que ve “La Noria”. La segunda, algo que se intuía, qué mal tiene que estar la situación económica, qué pésimamente mal tiene que estar, para que el ministro José Blanco y el secretario socialista castellano y leonés hayan decidido dar carta de máxima relevancia a los programas de espectáculos cuando parecía que los ministros y los diputados mantenían reservada su presencia en exclusiva a debates como los de “Los desayunos de La 1” o “59 segundos”. De la intuición a la cruda realidad en cero coma?
Pero la cosa está mal, muy mal. Tan mal que hay que aplicar pedagogía desde la tendera al doctor y, para ello, los socialistas han decidido que tienen que acudir a todos aquellos espacios en los que puedan exponer las razones de los recortes, hachazos más bien, que se van a meter a las pensiones, a los sueldos de los empleados públicos, al cheque bebé, a las prestaciones de la dependencia, en resumen, a todo aquello que hace 15 días el propio Zapatero decía que no tocaría ni harto de presiones. Ni le han tenido que presionar. Dos llamadas de Barack Obama y del primer ministro chino Wen Jiabao (si no fuera un drama lo que vivimos, me permitiría hasta frivolizar con esto: en una “Espita” el bueno de Jiabao, cuyo nombre ni suponíamos hasta que le dio el toque de atención a Zapatero) han bastado para que pasásemos de los brotes verdes a los cardos borriqueros, parafraseando al dirigente sindical Ángel Hernández. Por cierto, extraordinario el discurso que ha empezado a lanzar el secretario regional de CC OO, del que hizo un avance en los micrófonos de Punto Radio el pasado jueves: «Zapatero sólo tiene una salida: rectificar». Eso es un mensaje claro, sin medias tintas.
Pero volvamos a Óscar López. Confidencia de esta semana de un relevante dirigente empresarial de Castilla y León a este cronista: «López no tiene equipo». Con los líderes sindicales enfrente del PSOE, que en esta comunidad el empresariado perciba que quien quiere sustituir a Juan Vicente Herrera no tiene a su alrededor un conjunto-piña de dirigentes para colaborar, ayudar, plantear y conseguir trasladar el mensaje de cambio, de “puro cambio” como reza su eslogan, roza la tragedia política.
Tragedia, porque esa alternativa que quiere Óscar López la tiene que construir contra los elementos. Y en esos elementos, que manejan a la perfección Herrera y los suyos, actualmente el PP tiene el viento a favor. A la desconcertante e inquietante manera de no hacer política económica de la que hacen gala Zapatero y su equipo ministerial, se une en Castilla y León el efecto colateral de la forma de trabajar de Herrera, sobre todo en el diálogo social. El presidente de la Junta aglutina no sólo a los suyos, que ni rechistan, sino también a empresarios y sindicatos con quienes sella acuerdos en materia de protección social (renta básica de ciudadanía, ayuda a la dependencia), laboral y económica. El resultado para los socialistas es doblemente letal: un Zapatero y un PSOE que destruyen empleo y protección social, y un Herrera y un PP que en Castilla y León tratan de evitar que la sangría sea mayor en ese campo. No se engañen, ése el mensaje que llega al ciudadano, el mensaje que cala. Y si a alguien le queda duda, pues mira las fotos, ve las imágenes de Herrera rodeado de los líderes empresariales y sindicales y ve a Zapatero solo, con gesto abatido o, si sale acompañado, con los dirigentes sindicales con gesto adusto, y la conclusión es clara. Se observan esas cosas y hasta se da cuenta uno de por qué aquí lo de los trajes de Camps no sólo no erosiona a los populares, sino que incluso les refuerza: el mal ejemplo que es el dirigente valenciano en comparación con otros dirigentes del PP en otras autonomías.
Segunda confidencia del dirigente empresarial al cronista: «Nuestros acuerdos con los sindicatos y la Junta están tan negociados, que cuando llevamos el texto a las Cortes se lo damos a los socialistas y les decimos que no pueden tocar ni una coma. Luego sus propuestas, agua de borrajas». Más que dañino; letal. «Todo se ha perdido, incluso el honor», que diría el gran periodista catalán del pasado siglo Agustí Calvet, “Gaziel”. Ni el honor de proponer le queda a la oposición. «Llega todo tan cerrado?», insistía el dirigente empresarial. Un drama para un partido, se mire como se mire, en cualquier momento; pero en esta época convulsa, más.
Si a ese escenario tremendo para los socialistas en cualquier rincón de España se suma que en Castilla y León su máximo dirigente aparece a los ojos de influyentes sectores sociales y económicos como solo, tremendamente solo, se entiende que haya decidido llevar por su cuenta su forma de hacer. Eso sí, son incomprensibles patinazos, graves resbalones, como el de que desde su partido se plantee, con la que está cayendo, que las Cortes den más dinero público a los grupos parlamentarios y, a través de éstos, a los partidos para costear sus gastos. Gran error. Gravísimo. En el PSOE han dado orden de no hablar del asunto aunque sea en círculos reducidos, ni siquiera en plan de confidencia. Eso sí, han conseguido lo contrario; si necesitaban más dinero para pagar sus gastos y futuros fichajes, no sólo no lo van a tener, sino que les van a reducir el que ya reciben. Pintan bastos.
Nadie sabe qué va a pasar, pero las espadas están siendo afiladas. Miguel Ángel Revilla, el presidente cántabro, ha abierto la caja de los truenos “antiZP” por el más que previsible parón del Ave a Cantabria por Palencia. Si a esto se une el soterramiento de Valladolid, tres autovías, y el Ave a Galicia por Zamora y al País Vasco por Burgos, lo de Cantabria va a ser el chocolate del loro comparado con la que le va a caer a Castilla y León.
Cuentan que el que fuera presidente del partido conservador, que llegó a presidir el Consejo de Ministros en España a finales del siglo XIX, Antonio Maura, estaba un día pronunciando un mitin y alguien le gritó desde el público: «¡Que no das una en el clavo!». A lo que el político contestó: «¡Es que no os estáis quietos!». Algo parecido pasa con Zapatero y su forma de no hacer, de dar bandazos y encima de no asumir que actúa a golpes sin dar en el clavo. Hoy, una cosa; al rato, otra; él dice “blanco” y a la vez sus ministros están diciendo “negro”. De ahí el desconcierto que reina en su partido. Que se acentuará en próximos días, cuando se conozca el detalle de los recortes de inversiones. Le van a caer chuzos de punta a los socialistas. Óscar López lo sabe desde hace tiempo. Y como es consciente de que la noria va a seguir girando y de que no se encuentra muy acompañado por los suyos en Castilla y León, ha decidido pasar al ataque. Dicen que es la mejor defensa y en la batalla de la comunicación siempre gana quien mejor sabe hacer llegar su mensaje. Lo duro es hacerlo llegar a 4.600.000 parados, más de seis millones de pensionistas y casi 3.000.000 de trabajadores públicos. Si se logra, una hazaña. Pero si no…