Superados los debates, empieza la hora de la verdad para Herrera y su Agenda de Población
:: J. I. FOCES
VALLADOLID. A Juan José Lucas, presidente de Castilla y León durante diez años, le encantaba lanzar constantemente la frase: «Hay que pasar de las musas al teatro». No la practicó en importantes ámbitos de la gestión que aplicó en sus sucesivos mandatos, pero como declaración de intenciones hay que reconocerle al líder popular soriano que es pegadiza. Viene bien traer la cita de ex presidente a colación en este momento en el que han acabado -¡por fin!- los debates parlamentarios sobre la Agenda de la Población que planteó Juan Vicente Herrera en febrero como una nueva oportunidad de concentrar un buen número de políticas en el objetivo de Castilla y León «como lugar atractivo para vivir».
Anteayer fue el último debate en la Cámara, pedido por el Gobierno de Herrera. La legislatura autonómica toca a su fin. Ya, ya sé que ustedes pensarán que qué rapidillo puede ser uno, pero en lo que a ocasiones políticamente solemnes, importantes, en las Cortes quedan sólo dos antes de que vayamos a las urnas: el Debate del Estado de la Región (los próximos 17 y 18 o el 22 y 23, según el calendario de las Cortes) y el debate presupuestario, en otoño-invierno; con eso, se acabó lo que se daba. Por ello no deja de extrañar que los socialistas hayan dejado pasar la oportunidad (y van…) de haber exprimido al máximo una de las ocasiones en las que más de frente se les ha puesto el Gobierno de Herrera para, si no sacarle las vergüenzas, al menos ponerle ante sus contradicciones en esto de la despoblación, que son muchas y variadas. Lo sabe la propia Junta pero, y es peor, lo sabe el propio PSOE. Sin embargo, los socialistas están en la Cámara parlamentaria regional esperando el fin de la legislatura como agua de mayo. Lo del viernes en las Cortes fue de aurora boreal; los pesos pesados socialistas dejaron escapar vivo al consejero de la Presidencia en una actitud más de ninguneo hacia éste que de verdadera oposición. En el campo, la oposición se la hacen a Juan Vicente Herrera las organizaciones agrarias, no el PSOE; en la sanidad, los sindicatos de clase, no el PSOE; en medio ambiente, también los sindicatos; en educación, tres cuartos de lo mismo; en economía, UGT y CC. OO., y ahora, en población, bajan los brazos. No extrañan las encuestas, no: no pueden extrañar con ese bajísimo nivel de actividad opositora.
Pero, terminado ese paso por el Parlamento regional, la Agenda de Población de Juan Vicente Herrera tiene ahora que pasar del Diario de Sesiones a la realidad, a los pueblos, a los proyectos a los programas en euros contantes y sonantes. Ésta es la segunda oportunidad de Juan Vicente Herrera. El presidente ha decidido vincular buena parte de la ejecución de los proyectos a la disponibilidad de fondos, de los que no hay muchos por la crisis. Pero esto, con ser verdad e incluso sensato en unos momentos en los que el horizonte económico se presenta más negro que el carbón, no puede convertirse en el argumento-cortina. Sería tremendo para el propio presidente de la Junta de Castilla y León. Tremendo. El hecho de que sea su segunda oportunidad le permite aparecer con la ventaja que siempre otorga el reconocimiento de admitir los fallos a quienes los han cometido. Pero se le acaba ese casi cheque en blanco. Si antes no pudo y ha decidido poner en marcha esta rectificación en toda regla, es para tratar de sacarla adelante. Nadie entendería que su Gobierno volviera a cometer los errores de la anterior Estrategia de Lucha contra la Despoblación, del año 2004. Nadie. En aquella ocasión parecía que a las consejerías competentes en la materia les quemaba hacerse con el control y desarrollo de la estrategia y tuvo que acabar llevándose su ejecución desde el grupo popular de las Cortes regionales.
Ahora eso parece que ha quedado enmendado desde la Presidencia de la Junta y su consejería de apoyo. Por cierto, haría bien el presidente en reunir a su gobierno en una jornada casi de retiro espiritual con el fin de que los más incrédulos de sus consejeros acaben de asimilar la trascendencia que tiene este proyecto, en el que la comunidad se juega buena parte de su futuro. Ha resultado sonrojante escuchar lo que en algunos departamentos del Ejecutivo de Herrera se decía de la propia Agenda, aunque bien es cierto que esos comentarios han empezado a disminuir respecto a la etapa en la que se habían iniciado los trámites de la misma.
La gran incógnita ahora sobre la aplicación práctica de la Agenda de la Población se cierne en torno al propio presidente. Manteniendo como hace la incógnita de su continuidad como candidato, tal vez sea el momento para que ese Consejo de la Población, que se va a formar para el control de la Agenda, sea lo suficientemente creíble en composición como para darle carta de autenticidad a un documento en el que el propio Herrera arriesga una parte de su prestigio cuando está a punto de cumplir una década al frente del Ejecutivo.
Fue la ex presidenta chilena Michelle Bachelet la que aseguró hace meses que la época en la que las políticas públicas «se hacían en un laboratorio» se ha terminado. «El nuevo liderazgo hoy exige una función pedagógica acerca de sus políticas como no sucedía antes (…) El líder tiene que saber explicar cada política y cada decisión, con sus aciertos y bemoles». Haber consultado a más de medio centenar de asociaciones, grupos, etcétera, de la comunidad, a algunos varias veces, para redactar la Agenda es todo un logro. Pero cabe confiar en que, con la oposición parlamentaria en otra longitud de onda (¿tanto le costaba a López crear un foro paralelo, efectivo, para controlar la Agenda de Herrera?), ésos más de 50 grupos sociales sean lo suficientemente activos como para mantener en guardia a los consejeros de Herrera y que la Agenda empiece a rodar. Los expertos aseguran que antes de 15 años no se va a ver ningún efecto de la misma. Pero lo que no hay es tiempo; para que dentro de tres lustros se note que se han hecho políticas positivas sobre población hace falta que éstas empiecen ya a ser aplicadas y que el control sobre las mismas sea lo suficientemente práctico como para que la más mínima desidia sobre quienes tienen que desarrollarlas sea castigada con la evidencia de su pésima gestión. Es la hora de un nuevo liderazgo. Habrá que estar muy atentos a los movimientos de Herrera sobre su propio futuro.