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La Espita

O trampolín o sofá

:: J. I. FOCES


VALLADOLID. La proximidad del verano es sinónimo en la política regional de debate sobre el estado de la comunidad. Examen al presidente de la Junta y a sus consejeros. Si preguntáramos a algunos de estos, seguro que echaban mano de la frase de Homero «dejemos que el pasado sea el pasado» para tratar de zafarse de ese examen. Pero saben que eso, además de imposible, no va con el estilo del presidente de la Junta. A Juan Vicente Herrera le va la marcha en este sentido y está más en la línea que definiera Lope de Vega cuando sentenció que «quien mira lo pasado, lo por venir advierte». Pero si a la portavoz del PSOE, Ana Redondo, le deja Óscar López manos libres, las palabras de Lope de Vega pueden ser poco menos que una premonición para más de un consejero si Herrera decide seguir como candidato y, si como dicen las encuestas, vuelve a ganar.
Como la portavoz socialista sepa ser ella misma en la tribuna de oradores de las Cortes, Herrera va a tener que emplearse a fondo los días 23 y 24 para defenderse de los ataques que le van a llegar por el flanco sanitario, el más débil del Gobierno autonómico por obra y gracia de la Consejería que tiene un tercio del presupuesto regional (nada menos que 3.509 de los 10.575 millones) pero que le ha costado a la Junta en el último medio año dos grandes manifestaciones. Las dos en Burgos, ciudad natal de Herrera, una con más de cinco mil personas contra la apertura de un servicio de Oncología en Valladolid; otra, con 15.000 manifestantes, contra la privatización de la sanidad que, según sus organizadores, conllevará la apertura del nuevo hospital que construye la Junta. Si a eso se añade el creciente malestar interno que sale de los distintos departamentos sanitarios del Gobierno regional, se entiende que el consejero Francisco Javier Álvarez Guisasola vaya a ser uno de los blancos de los ataques que recibirá Herrera en el debate de la región. Por cierto, quienes saben de estas cosas aseguran que éste ha recibido un ultimátum de 72 horas por parte del presidente para solucionar los problemas que plantea el equipamiento de este hospital.
Si se continúa el análisis de las consejerías por presupuesto, a Sanidad le sigue Educación que, unida a la primera y a la de Economía, componen el triángulo donde más iniciativa política necesita el Ejecutivo de Herrera, pero donde menos se está registrando. En este aspecto a la Vicepresidencia Segunda no le anda a la zaga la Vicepresidencia Primera, pero a favor de María Jesús Ruiz cuenta el desarrollo de los programas de investidura y el saber haber alejado la gestión diaria en la Consejería de Medio Ambiente de los boletines de tribunales, algo que ocurrió en los últimos meses de la anterior legislatura y primeros de ésta.
Los números cantan
Lo del departamento de Economía es llamativo. Al último debate de la comunidad en la pasada legislatura Herrera llegaba con pleno empleo masculino; ahora el paro duplica el de sólo hace un año. Pero el problema del paro es clara consecuencia de la desorientada política de Zapatero, no hay vuelta de hoja. Incluso Villanueva puede exhibir importantes logros en la lucha contra el desempleo, fruto del diálogo social que impulsa; pero quedan aprisionados por una política financiera que no ha cumplido los encargos de Herrera; es más, al presidente le ha tocado zafarse porque desde Economía no le han resuelto en condiciones favorables el plan que pactó con el PSOE sobre las cajas.
Fomento, Hacienda, Presidencia y Agricultura componen el cuadrilátero en el que Herrera se mueve con total seguridad. Estas cuatro consejerías le garantizan impulso político, gestión y algunos de los éxitos más vistosos dentro y fuera de España. Basta ver a José Antonio de Santiago-Juárez, que mantiene perfectamente engrasada la maquinaria política, el control del cumplimiento del programa de Herrera por las consejerías y la coordinación interna del Ejecutivo a prueba de ataques de la oposición; basta ver a a Antonio Silván enseñando a Europa el plan de transporte a la demanda en el medio rural; a Pilar del Olmo, calculadora en mano, sacando las vergüenzas a los bandazos de la política de Zapatero y los recortes que pega a las autonomías, a la vez que vigila al céntimo la cuenta de ingresos de la Junta sin que castellanos y leoneses tengan que pagar por ahora más impuestos; o a Silvia Clemente con la marca Tierra de Sabor, todo un puntazo y orgullo en el conjunto agroalimentario español. Aunque sobre esta Consejería se ciernen los nubarrones de la “non nata” Ley de Desarrollo Rural, promesa electoral y compromiso de investidura de Herrera, que por la pelea (cada vez menos sorda) entre Agricultura y Medio Ambiente puede acabar con esa ley hecha añicos y con la promesa de Herrera (cada vez más preocupado por ello) en la papelera
Familia y Cultura son dos de los departamentos en los que sus titulares más se están empleando a fondo por culpa de la crisis. Antón, que arrancó el año con el éxito de la Renta Garantizada de Ciudadanía, mantiene vivo el compromiso de Herrera de cuidar de que la recesión no afecte a las políticas hacia los más desfavorecidos. Y Salgueiro se tiene que multiplicar para tapar los fallos de responsables de su equipo, especialmente en la Viceconsejería de Cultura y en Turismo. La consejera, cuyo presupuesto tuvo un recorte del 16%, está aplicando un considerable sobreesfuerzo personal en la gestión diaria.
Interior y Justicia sigue sin conseguir avances en el traspaso de las competencias en materia judicial y algo más que añade lastre al examen para Herrera es que, tres años después, tiene que contemplar como la creación de la Consejería de Administración Autonómica no le ha servido absolutamente en sus intenciones de agilizar el funcionamiento de la administración y de racionalizar el trabajo en el sector público con las dosis de eficiencia que planificó en el 2007.
El PSOE también se examina
Pero si Herrera tiene un difícil papel, la portavoz socialista, Ana Redondo tienen un papelón.
Va a ser interesante, muy imteresante, ver si es capaz de explicar el trato del Gobierno de Zapatero a la región; si es capaz de informar a los ciudadanos de por qué el desprecio del Ejecutivo central a agilizar la negociación del traspaso del Duero; a convencer de que Garoña tiene que ser cerrada en el 2013 mientras que a la central de Almaraz se le dan 10 años más de actividad; a informar de qué ventajas tiene para Castilla y León que el Ministerio de Fomento quiera ahora que el Ave a Santander llegue por Bilbao y no por Palencia; a explicar por qué Zapatero sigue sin mover un papel para agilizar la 122 entre Tudela y Peñafiel; a decir si el PSOE de Castilla y León sabe si no van a ser paralizadas las autovías Palencia-Benavente y Valladolid-León. En definitiva, a explicar por qué Castilla y León puede perder todo esto después de una llamada de Obama y del secretario del Partido Comunista chino a Zapatero.
Aún así, el debate es necesario para saber el estado de ánimo del presidente Herrera, que es quien tiene que regir los destinos de Castilla y León aún un año más por mandato ciudadano, a la espera de que sepamos si sigue de candidato. Y será muy, pero que muy necesario, saber si Herrera está con las pilas cargadas. El barón de Stockton, Harold McMillan, político inglés de mediados del siglo XX, dijo que el pasado debería «ser utilizado como trampolín, no como sofá». La frase resume muy bien la conclusión política que debe salir del debate sobre el estado de la región: si Herrera se conforma con el pasado, es decir, si se dedica a justificar todo lo hecho por sus consejeros, aunque algunos no cumplan el programa electoral; o si de los fallos también aprenderá para impulsar la política que necesita la comunidad en un momento económico tan atroz.
Trampolín o sofá, esa es la cuestión. La respuesta, el día 23.

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Sobre el autor

J. I. Foces, jefe de área de El Norte de Castilla, expone aquí sus opiniones sobre nuestra región.


agosto 2010
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