Herrera saltó de su asiento al atril para pronunciar el discurso de investidura y, tras lanzar un beso al auditorio, ¡zás, zás!, primera orden: A sentarse y a escuchar. ¿Que en el PP regional no ha querido nadie dar un paso al frente para empezar a conformar la alternativa de relevo?; pues tranquilos, que ahí está él para tirar del carro. Pero, eso sí, que los suyos se aten los machos, les vino a decir, porque él no va a estar para contemplaciones hacia nadie.

Que se lo digan, si no, a los compromisarios de Ávila que ayer no recibieron el premio al ‘Papelón más papelón de todos los papelones’ porque no lo tiene instaurado el PP para sus congresos. Venían a plantar cara a la propuesta de Juan Vicente Herrera de lograr la «plena integración» de las cajas de ahorro y éste les hizo una envolvente en forma de enmienda transaccional. No preocuparse por lo que significa esto; uno de los ponentes lo aclaró sin cortarse un pelo: «Una enmienda transaccional es un texto que se ofrece a la parte crítica para que siga igual el que planteaba la parte oficial». Y el plan de Herrera para las cajas salió como lo había planeado.

Herrera admitió lo que siempre ha negado: que ha perdido pelo y que ha puesto peso (sic). Pero mantiene intactas –exclamó levantando la voz– su ilusión y sus ganas de trabajar. Para lo primero (lo de la alopecia y el sobrepeso) Rajoy le echó un capote: «Te veo más guapo que en el 2001». Para lo segundo, el propio Herrera se automedicó: «Si no nos movemos, nos mueven», filosofía que, aunque lanzó para defender su plan para las cajas de ahorro, extenderá a todos los ámbitos del PP.

Con lo cual, el corolario de todo lo que ayer dijo el presidente del PP se puede resumir en una teoría que se desarrollará durante los próximos tres años: en el PP de Castilla y León acaba de nacer la ‘Herreradependencia’. El partido se ha echado en brazos de Herrera; que tire del carro el presidente, nada de experimentos y menos cuando el PSOE se rearma y rejuvenece su liderazgo.

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