Después de la firma de ayer del acuerdo político-social (suena como el nombre de aquella brigada policial de infausto recuerdo) en el que valía lo mismo apoyar la integración que la fusión, la pregunta es: ¿Ha cambiado algo en el escenario para unir los negocios e inversiones de las cajas de Castilla y León? No, nada ha cambiado respecto a anteayer, excepto el papel firmado. Todo lo demás sigue igual.
Todo lo demás es la guerra abierta dentro del PP y dentro del PSOE entra partidarios y detractores del Grupo Cajas. Por si acaso, el alcalde de León, líder antiGrupo, ya advierte de que ojo con expedientar en el PSOE a quien no apoye la integración de las cajas en los consejos de administración. La que se prepara es fina y va a poner colorados un día sí y otro también a Juan Vicente Herrera y a Óscar López. Pero quien entiende de estas cosas augura que, primero, la integración será a medio plazo, pero será; segundo, estará liderada por las tres grandes cajas (Caja España, Caja Duero y Caja de Burgos) cuyos presidentes se han reunido varias veces en las últimas semanas; y, tercero, la alianza de las direcciones regionales del PP y del PSOE, respaldada por el Banco de España, será la baza que permitirá sacar adelante un proyecto del que Gobierno y oposición hacen depender el futuro del sistema financiero regional.