Si mi madre me dejase (que no me deja), cogería una pancarta y me pondría a dar vueltas en círculo a la puerta del Ayuntamiento, como los manifestantes de las películas norteamericanas, con una pancarta en la que se leyese “Díscolos, go home” (ya saben, como cuando se quería que las bases de EE. UU. no siguiensen en España y se decía lo de “Yankees go home”).
Pero por si alguno se piensa que esta Espita de vuelta de verano va de cachondeo, quede claro de entrada que no. Porque muy serio hay que ponerse después de lo que hicieron y dijeron ayer los concejales del PP Almudena Domínguez y Tomás Punzano. Puede que en la historia reciente de la comunidad autónoma no haya un episodio en el que tan rápidamente se haya dilapidado el prestigio político. Estos dos concejales han sembrado desde hace meses un montón de dudas sobre el plan urbanístico de Valdechivillas, dudas que, aderezadas con la pésima estrategia que ha desarrollado el alcalde (¿cómo es posible llevar tres veces a pleno un asunto sin tener todas las garantías de que saldría adelante?), han puesto en un brete al PP de Valladolid. Y todo eso, para acabar votando los dos a favor del plan. Podría pensarse que dijeron sí porque les habían aclarado sus dudas, pero hete aquí que la concejala Almudena Domínguez salió ayer del pleno y dijo dos lindezas: Que ha habido en el asunto todo tipo de coacciones y que no ha quedado acreditado el interés general del proyecto (sic). ¿Y por qué votaron sí con estos antecedentes? Por no erosionar la unidad del PP (sic). A buenas horas; la división en el grupo municipal se ha ahondado.
Flaco favor al PP y flaco favor a ellos mismos. Dos cargos electos que anteponen el interés del partido al interés general de la ciudad a la que pretenden defender. Desde luego, la coherencia brilla por su ausencia en la actitud de estos dos concejales del PP.
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