El secretario regional de los socialistas puede fardar de una cosa al cumplir un año en el puesto: Nadie en el partido le discute; ni se atreven. En el PSOE de Castilla y León el dilema es: Óscar López o el abismo. Y, aunque están desesperados, son listos; eligen Óscar López. No tienen a otro. Eso le provoca dos riesgos: se le acomoda el personal y, precisamente, en Castilla y León los socialistas llevan lustros apoltronados en la oposición; y le lleva -como le ha llevado- a un atroz individualismo. Una de las debilidades que arrastra es, precisamente, la falta de equipo. No ha hecho un gobierno en la sombra y, por ejemplo, los consejeros de la Junta no notan en la nuca el aliento de una oposición que les controle férreamente o que les sacuda cada mañana con una alternativa al alud de planes con que Herrera les abruma.
Pero al apoltronamiento socialista López ha decidido meterle mano. Es una de sus virtudes. Ha meneado el árbol; silenciosa, pero eficazmente. Algunos ya se han jugado el puesto en las listas del 2011. Le han demostrado que no valen porque no se ilusionan ni con la llegada de un secretario general joven con las bendiciones de Ferraz. Al contrario; en las últimas semanas, algunos de los suyos se han encargado de extender que en Rodiezmo Zapatero no le hizo mucho caso; ni le invitó a intervenir en el acto público. ¿Y qué?, puede contestar él, incluso con cierta chulería.
Al chute de ilusión que trajo López al PSOE, le ha seguido otro de realismo: en las urnas arrasan aquí los populares. Pero la gran fuerza de López, que no están sabiendo ver muchos de los propios, es que ha conseguido poner nervioso al PP. Él solo.