Óscar López y el resto de diputados socialistas por Castilla y León decidieron ayer votar a favor de la propuesta para blindar el Concierto vasco; los del PP de Castilla y León se opusieron. Es difícil de entender qué es esto del blindaje, no se crean; pero las explicaciones de los últimos días, algunas de expertos en Derecho Constitucional (la publicada el sábado en EL NORTE firmada por el profesor Solozábal es didáctica como pocas) dan a entender que es algo muy negativo para Castilla y León. Deja a esta comunidad indefensa en lo que a poder recurrir en la jurisdicción contencioso-administrativa se refiere, limitándola a que lo haga en el Tribunal Constitucional. Y todo se hace no porque se quiera cambiar una determinada filosofía competencial, como la de las diputaciones forales, sino porque se lo exige el PNV a Zapatero para apoyarle en los Presupuestos del Estado.
Al margen de las lecturas desde el punto de vista legal y administrativo, es indudable que el apoyo de los diputados socialistas al blindaje tiene una repercusión en clave de política interna en Castilla y León. Le va a ser muy difícil al líder socialista regional sobrellevar la losa que representa para su política sobre Castilla y León el apoyo a una iniciativa que perjudica a la comunidad. No vamos a tardar en verlo; desde el partido gobernante, el PP, le lloverán a López las críticas y las acusaciones a su «falta de compromiso» con la región. Y llegarán unidas a las que ya le caen porque no tiene residencia en Castilla y León y pasa muchos días en la capital de España, junto a sus número dos (Amparo Valcarce) y tres (Pedro José Muñoz).
La historia reciente del PSOE está llena de ejemplos de dirigentes que contradijeron al gran líder (Bono e Ibarra son los ejemplos más claros). Oponerse al blindaje de ayer tal vez fuera imposible, pero los socialistas castellanos y leoneses deberían haber tenido en cuenta que una abstención a tiempo habría sido un tesoro de cara a las urnas el 2011.
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