En el día en el que la sociedad recuerda a las mujeres que son víctimas de los malos tratos; en el día en el que un montón de colectivos se esfuerzan por hacer llegar a las conciencias la necesidad de reforzar todos los mecanismos para erradicar esta lacra; en el día en el que a los niños y jóvenes se les trata de hacer ver que la verdadera igualdad entre hombres y mujeres empieza por el respeto al otro; en el día, en fin, en el que la sociedad grita, tal vez de forma callada, pero grita a fin de cuentas, contra los malos tratos a las mujeres van los del PP y los del PSOE en las Cortes y son incapaces de sellar un acuerdo sobre una normativa autonómica que busca erradicar este tipo de comportamientos tan aberrantes contra las mujeres.
¿Por qué fueron incapaces populares y socialistas de llegar a este acuerdo? Según ellos, porque una parte quería imponer a la otra sus propuestas.
Ayer populares y socialistas fracasaron estrepitosamente en el arte de la política y, diría más, en el del sentido común. Prefirieron entretenerse en el infructuoso debate sobre si eran galgos o podencos en lugar de hacer lo más simple, pero a la vez lo más necesario: ir de la mano para hacer más fuerte cualquier iniciativa contra el maltrato a las mujeres. La materia es tan grave que gravísimo es que PP y PSOE no alcanzaran ayer un acuerdo, aunque éste hubiese sido que no hubiera acuerdo para tratar de lograrlo más adelante.
Deberían haber retirado el asunto e inmediatamente haberse puesto a negociar para conseguir muy pronto un pacto. Así habrían evitado a la sociedad el vergonzoso espectáculo de ver cómo sus representantes no están a la altura. Qué pena.