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Y los cerdos, de fiesta

Desde hace más de 500 años se celebra en La Alberca una curiosa ‘fiesta’ que tiene como protagonista a un marrano. Como a esto ya estamos acostumbrados en los informativos sobre tribunales y política, este gocho en cuestión tiene realmente forma de cerdo, con sus cuatro pezuñas de puerco, su hocico de cebón, sus orejas de gorrino y su peculiar rabillo de cochino.

Si todavía alguien lo confunde con algún personaje, diremos que el de La Alberca no viste de Armani, no presume de cochazo y tampoco tiene atracado su yate en el regato. Además, dato importante éste, la gente lo quiere.

Cada 13 de junio, un cerdo de cuatro patas, al que se le conoce como ‘el marrano de San Antón’ es soltado por la localidad salmantina para que campe a sus anchas por calles, corrales o plazas. Cuando inicia su ‘aventura’ en libertad suele pesar algo más de un par de arrobas (sí, aunque algunos no lo crean, la arroba es también una unidad de peso), es bendecido y adornado su pescuezo con una campana colgante; valga éste como otro dato más para poder distinguirlo de los gochos bípedos.

Siete meses vive nuestro amigo tan feliz, alimentado por las gentes del lugar, reclamado por turistas para hacerse fotos con las que ilustrar su feisbuc y acogido en cuadras o pocilgas calientes si la noche es fría. Esto también los diferencia porque los otros duermen en suites, aunque las hembras con las que pernoctan, como confiesan no enterarse de nada de las ‘hazañas’ de sus hombres, podrían perfectamente aparearse con el gocho, el de verdad, y contar luego a sus amigas, ante una relajante cup of chocolate con churros light, que su –ísimo esposo ‘cumple’ cada vez mejor y que hasta oye campanillas cuando la posee.

Siete meses después de su placentera vida de mimos y atenciones, el marrano, el de verdad, que ya pesa más de quince @s, esto es, casi 180 kilos, es rifado y entregado al poseedor de la papeleta ganadora, que se llevará al animalito a casa o lo cambiará por productos ya curados de sus parientes.

Lustros después de su placentera vida, los cerdos, los que lo son aunque no lo parezcan, continúan con su placentera vida. A alguno le hacen pasar un mal trago y puede incluso tener que hozar algún tiempo detrás de las rejas. Al Ministerio de Agricultura ha llegado una propuesta ciudadana para que a éstos les pongan bridas identificativas. Falta por determinar el color; el material ya sabemos que será noble.


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