Who Governs?
¿Quién gobierna? se preguntaba Robert Alan Dahl, uno de los politólogos y estudiosos de la democracia más importantes del siglo XX -recientemente fallecido- en el premonitorio libro que publicó en el año 1961 (al que el Times Literary Supplement considera entre los 100 títulos más influyentes escritos desde la Segunda Guerra Mundial).
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La respuesta del profesor de Yale, en síntesis, fue aparentemente sencilla: “muchos”.
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Para el científico social, una cosa es el concepto etimológico puro -y un tanto ingenuo- de democracia como “gobierno del pueblo”, y otra, las complejas democracias que existieron en la realidad durante el pasado siglo, con su abigarrada mezcla de poderes institucionales y fácticos (parademocráticos o no democráticos) de todo tipo, empezando por los económicos. La estructura de poder de las democracias termina siendo heterogénea y asimétrica debido a que su naturaleza, la del poder, es jerárquica, piramidal. Como si de leyes físicas se tratase, inevitablemente -lo expresamos con dos populares refranes españoles- el pez grande se come al pez chico, y, donde hay patrón no manda marinero.
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Por supuesto, incluso dentro de los sistemas democráticos más avanzados, también han existido, existen y, ¿existirán? no pocos peces gordos, patrones, encargados, jefes superiores, mandamases, jefes de negociado, jefes de proyecto, caciques, magnates, lobbys, clubes exclusivos, G-8, G-20, gobernadores del banco central, presidentes de la reserva federal, altos responsables, altos ejecutivos, altos dignatarios, excelentísimos señores y señoras, obispos, cabezas supremas de las iglesias, tendido de sombra, jefes de redacción, altas esferas, comités ejecutivos, secretarios generales, cúpulas dirigentes, cancilleres, primera fila, comandantes en jefe, marqueses y baronesas, gente bien, líderes mundiales, amas de casa, élites mediáticas, élites culturales, élites financieras, y un largo etcétera. Es decir: “muchos” patrones y peces gordos de toda clase habida o por haber.
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A las democracias realmente existentes, Dahl las llamaba con gran lucidez POLIARQUÍAS.
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La democracia “del pueblo”, o de los ciudadanos, la entendía como un ideal político que: 1) no se ha alcanzado nunca a lo largo de la Historia (ni siquiera en la asamblearia Atenas del siglo V a. C., cuna de la democracia, donde mujeres, esclavos y extranjeros no podían votar); 2) no es posible prever con cierto rigor científico cuando pueda alcanzarse; y 3) tampoco es posible afirmar que pueda alcanzarse alguna vez.
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¡Un ideal…!
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¿Se imaginan un avance democrático en España?
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¿Se imaginan que la idea de una reforma del actual modelo de democracia (listas abiertas, ley de referéndum que obligue a los políticos a convocar consultas con una periodicidad mínima, anulación de la ley D´Hondt para no discriminar ni perjudicar a los votantes de los partidos pequeños, primarias obligatorias, ocho años máximo en los cargos, elección del Poder Judicial por juristas, incompatibilidad total para que los jueces no ocupen cargos políticos, anulación de la capacidad del Gobierno para indultar a personas -más o menos poderosas- condenadas en juicios justos por los tribunales superiores, financiación de partidos accesible y transparente desde el primer euro, etc.) se convirtiese en una prioridad de los ciudadanos capaz de dejar pequeña la movilización social que con frecuencia observamos en los partidos de la Champions League, o entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona?
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¿Se imaginan que, llevados de una alta concienciación política democrática, muchos ciudadanos españoles decidiesen en las próximas Elecciones Europeas, y en las próximas Autonómicas, y en las próximas Generales, coger, bien una papeleta del PP, bien una del PSOE, la que prefieran, para escribir a continuación: ¡MÁS DEMOCRACIA DIRECTA, POR FAVOR! convirtiendo su voto en voto nulo?
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¿Se imaginan que, en lugar de los habituales vídeos de graciosos bebés de YouTube, o los casiporno videoclips de Miley Cyrus o Lady Gaga, se convirtiese en fenómeno viral y trending topic el día antes de las Elecciones la idea de escribir en las papeletas de voto el mensaje: MÁS DEMOCRACIA DIRECTA, POR FAVOR, de forma que el llamado por los teóricos de la comunicación QUINTO PODER, el poder directo que internet y las nuevas tecnologías están poniendo en manos de los ciudadanos, tuviese una muy clara expresión política?
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¿Se imaginan que en el Debate del Estado de la Nación recién terminado, o en el del próximo año, o en el de dentro de diez años, en vez de omitirse por completo, el Presidente del Gobierno y el líder del mayor partido de la oposición se pusiesen de acuerdo en que es prioritario hacer una reforma del modelo de democracia en España, y de forma inmediata se legislase al respecto?
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¿Se imaginan que los actores del cine español, que han demostrado estar políticamente muy comprometidos, decidiesen promover una plataforma ciudadana, obviamente, la plataforma ¡MÁS DEMOCRACIA DIRECTA, POR FAVOR!, haciendo declaraciones de apoyo en todas las televisiones, festivales y revistas de moda?
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¿Se imaginan que el porcentaje de votos nulos por escribir un mensaje tan sencillo dirigido a los dos partidos hegemónicos en la DEMOCRACIA SUBDESARROLLADA que todavía tenemos en España, alcanzase, tanto en las próximas Elecciones Europeas, como en las Autonómicas y en las Generales, el 20, el 40, el 50 o el 60% de los votos totales?
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¿Se imaginan que con tales porcentajes de votos nulos debidos a que los ciudadanos deciden escribir en sus papeletas que quieren más democracia directa -¡menuda paradoja!-, al PP, al PSOE y al resto de partidos políticos no les quedase otro remedio que hacer de inmediato un nuevo pacto, mejorando el que se hizo en la Transición, para que un modelo de democracia más avanzado se haga pronto realidad en España?
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Bien, ¡dejen ya de imaginar! ¡No caigan en idealismos! ¡Aterricen! Ni lo van a hacer los políticos, ni lo van a hacer los ciudadanos, ni los internautas, ni tampoco los actores. La imaginación humana puede llegar a ser sorprendentemente precisa, pero no es más que esto, IMAGINACIÓN.
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Lo único que pretendía con mis preguntas era decir públicamente cómo pienso votar, y por qué, en las próximas Elecciones, en varias de las próximas Elecciones.
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Se trata sin duda de una opción democrática muy personal. Pero recuerden: si algún ciudadano quiere, es transferible…
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……….Alfredo Barbero -Psiquiatra del Centro de Salud Mental “Antonio Machado” de Segovia
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