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Hoy España ha amanecido políticamente más radical, y también la vieja Europa.
El resultado de las Elecciones al Parlamento Europeo ofrece pocas dudas.
En síntesis, en nuestro país han ganado la extrema izquierda y los independentistas (con clara sinergia de los unos respecto de los otros).
Sólo una lectura cuantitativa simplista puede llevar al PP a decir que la victoria es suya.
Una lectura que nadie puede creer, ni ellos mismos salvo que sean muy cortos.
Sin paliativos, el PP y el PSOE son los grandes derrotados en las Elecciones de ayer.
Sin paliativos, el bipartidismo del PSOE y del PP se ha llevado al fin un castigo muy merecido.
El serio toque de atención que habíamos propuesto con el Voto (o votito) Nulo de los ciudadanos, un camino largo y de difícil alcance, ha llegado inesperado como lluvia de mayo.
Lo que nadie había previsto es que el castigo pudiese polarizarse tanto, que sus grandes beneficiarios terminasen siendo los partidos de la izquierda más ortodoxa, Izquierda Plural y los jóvenes antisistema de Podemos.
En nuestro país, al contrario que en la socialista Francia, la derecha más extrema no ha cristalizado, pero ha empezado a cristalizar la extrema izquierda. Ya saben, somos diferentes.
Extrema derecha, extrema izquierda, independentistas… ¡Pobre Europa!
La juventud hace comprensible la radicalidad, pero no la disculpa.
El movimiento populista 15-M, tres años después, tiene ya representación política institucional. Quienes flirtearon con él, o de forma más o menos directa o indirecta le apoyaron sin ser para nada antisistema, han conseguido sus dos tazas.
Seis millones de parados, un montón de recortes y corrupción por doquier… algo políticamente relevante, no sólo una calle incendiada de manifestaciones, tenía que ocurrir.
Pero lo que inconscientemente quizá muchas personas esperaban era que el merecido voto de castigo a los dos grandes partidos, PP y PSOE, quedase como suele quedar la Lotería: muy repartido. Repartido entre la derecha y la izquierda. Y repartido, dentro de la izquierda, beneficiando sobre todo a los partidos reformistas moderados, como UPyD y Ciudadanos.
No ha sido así. Las urnas a veces son impredecibles, a veces sorprenden incluso a los sociólogos.
Los dos grandes partidos deben reflexionar. Reflexionar mucho. Tanto como la suma de todo lo que no han hecho durante los últimos años. O sea, muchísimo.
En nuestra opinión, es necesario un gran pacto histórico de responsabilidad política máxima entre el PP y el PSOE para:
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1. Acordar la reforma y desarrollo de la democracia para hacerla más participativa.
2. Acordar una respuesta conjunta al independentismo catalán y vasco. Y,
3. Acordar el control y castigo inmisericorde de la corrupción, con expulsión automática de cualquier imputado en vía judicial (si su “carrera política” queda truncada, lo sentimos, que haga footing).
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Un gran pacto de Estado entre el PSOE y el PP pensamos que, desde la pasada noche del 25 de mayo de 2014, se ha hecho absolutamente imprescindible.
Quizá así, los votantes moderados de este país, que no son pocos, vuelvan a depositar en ambos su confianza.
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………..Alfredo Barbero -Psiquiatra del Centro de Salud Mental “Antonio Machado” de Segovia
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