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Alfredo Barbero

Ni locos ni cuerdos

2015: En un lugar de La Mancha (Primera Parte)

Todos los años lo son del Quijote, de Cervantes y de Don Quijote. Todos, sin excepción. En éste, simplemente se va a celebrar el Cuarto Centenario de la publicación de la Segunda Parte. Vayan preparándose para todo tipo de fastos políticos, académicos y mediáticos, aunque lo mejor será la oportunidad de que, quien todavía no lo haya leído, lo lea, quien lo leyó 21 veces pase a hacerlo 22, y quien hizo una lectura demasiado profesional, o “científica”, se relaje y disponga a disfrutar -con una mirada más libre- del Arte, la grandísima ironía y el sabio sentido común con el que don Miguel obsequia a raudales nuestro intelecto, y todas nuestras emociones. ¡Es el arte de la Literatura en su máxima expresión!

¿A qué se debe la mención que acabo de hacer a las “lecturas científicas” del Quijote? Sí, en efecto, se debe al profesor Parra Luna, recuerdan bien, el catedrático emérito de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid que en el año 2009 publicó un libro, El enigma resuelto del Quijote, con el que pretendía haber verificado de modo científico cuál es “el lugar” de La Mancha de cuyo nombre Cervantes no quiso acordarse, y que ha anunciado volver a publicar en este 2015 que comienza otro libro en el que piensa decir lo mismo que ya dijo hace 6 años: que Villanueva de los Infantes, su propio y bonito pueblo natal, es también -¡científicamente hablando, por supuesto!- el pueblo de Don Quijote.

Después de publicar el 18 de septiembre del pasado año en este mismo blog el artículo En un lugar de la Mancha… en el que hago, con un enfoque psicológico, un análisis sobre la imposibilidad de conocer con certeza las intenciones de Cervantes a partir de la interpretación del texto del Quijote, remití el enlace al profesor Parra y a varios miembros de su Equipo Multidisciplinar de diversas universidades españolas (formado por matemáticos, geógrafos, historiadores y filólogos), e intercambié con él entre el 25 y el 29 de ese mismo mes un total de 6 correos electrónicos (tres por su parte y tres por la mía) con varios argumentos y contraargumentos. También envié el enlace al artículo y esos correos a los ilustres cervantistas internacionales que habían participado en el mes de julio en unas Mesas Redondas organizadas por la Universidad Libre de Infantes, que se celebraron en Villanueva: los profesores Jean Canavaggio (catedrático de Literatura en la Universidad de París X Nanterre y premio Goncourt por su biografía Cervantes, 1986), Antonio Barbagallo (del Departamento de Lenguas Extranjeras del Stonehill College -Masachussets) y Steven Hutchinson (del Departamento de Español y Portugués de la Universidad Wisconsin-Madison, y Vice-Presidente de la Sociedad Cervantes de América). El profesor norteamericano Daniel Eisenberg, sutil y lúdico analista de Cervantes, y el profesor de Seúl, Chul Park (primer traductor del Quijote del castellano al coreano), fueron también informados, así como el Rector de la Universidad Libre de Infantes, profesor Ruiz Rodríguez, el catedrático de Filología don Carlos Alvar (investigador en la Universidad de Ginebra y Director del Centro de Estudios Cervantinos de Alcalá de Henares), el Presidente de la Asociación de Cervantistas, profesor Lucía Megías, el profesor Morón Arroyo (catedrático jubilado de Estudios Hispánicos en la Universidad de Cornell, e investigador honorario del CSIC), el catedrático de Filología y co-director del libro El enigma resuelto del Quijote, profesor Fernández Nieto, el experto en Caminería Hispánica, Dr. Sánchez Sánchez, y el prestigioso y veterano cervantista manchego, Dr. D. Justiniano Rodríguez.

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El profesor Canavaggio tuvo la amabilidad de enviarme un correo electrónico (04/10/2014) para decirme que no pertenece al grupo de profesores universitarios españoles que afirma que Villanueva de los Infantes es “el lugar” de La Mancha, haciendo además la siguiente sabia reflexión: “considero que, en el proceso que originó la localización manchega de la patria de don Quijote, Villanueva de los Infantes bien pudo ser un referente implícito entre muchos para Cervantes, lo mismo que otros pueblos manchegos, ya que nos encontramos ante un lugar que viene a ser una construcción verbal, síntesis artística de múltiples experiencias.”

El profesor Morón Arroyo me remitió amablemente un correo electrónico (13/10/2014) en el que, entre otras certeras reflexiones, decía: “1º. Para un filólogo tiene sentido cualquier investigación sobre la obra maestra. Sin embargo, para el Quijote, la determinación del supuesto lugar de origen es un tema baladí. Nos interesa descubrir criterios para apreciar la inmensa obra de arte. 2º. En tiempo de Cervantes no existe la conciencia de un realismo de lugar y tiempo en la novela. Es algo así de sencillo. La primera novela  europea donde hay fidelidad de tiempo y lugar es La Princesse de Clèves, de Madame de Lafayette (1678).” Y en uno posterior remitido al grupo de receptores de correos, añadió con gran sentido del humor (03/11/2014): “De nuevo, estas observaciones sobre qué es la lectura universitaria, desde el aprecio del contenido humano y artístico del texto al placer del detalle, son las centrales en nuestro caso, más que las especulaciones sobre nuestros pueblos. ¡¡Pues y los que sitúan La Mancha en un pueblo de Zamora!!”

El catedrático de Historia Moderna y Rector de la Universidad Libre de Infantes, profesor Ruiz Rodríguez, tuvo la amabilidad de enviarme un correo (22/09/2014) en el que manifestaba: “Por lo que respecta a la crítica del libro que usted hace, me parecen unas argumentaciones importantes (…)”, en referencia a las que expongo en mi artículo publicado en EL NORTE DE CASTILLA, mostrando además un espíritu abierto para el debate racional de contenidos sin poner el más mínimo inconveniente a este medio de publicación.

El catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid y Presidente de la Asociación de Cervantistas, profesor Lucía Megías, fue muy cordial al hacer una entrada en su excelente blog, El donoso escrutinio, para presentar mi artículo (10/10/2014). https://eldonosoescrutinio.wordpress.com/…/en-un-lugar-de-la-mancha-arti

El profesor Daniel Eisenberg me escribió un correo (11/11/2014) en el que se disculpó por no haber leído el libro del profesor Parra, pensando que un “juego exquisitamente cervantino” podría haber sido el de dar una serie de indicaciones que apuntan a “un lugar” en la Primera Parte, y a “otro lugar” en la Segunda.

El co-director del libro El enigma resuelto del Quijote, profesor Fernández Nieto, mostró en su e-mail (27/09/2014) la sabiduría de la duda, muy alejado de taxativas e incontrovertibles interpretaciones del texto de Cervantes: “Muchas gracias por las críticas en torno al “lugar de la Mancha”. Algunas de las afirmaciones que realiza me las he planteado, pues en todas las intervenciones que realizo siempre parto de la premisa de que el Quijote es lo que, hoy, se denomina una novela que siempre es una acción fingida en todo o en parte pero ¿en que proporción?” Así le contesté en aquel momento: “Sus dudas sobre la ‘proporción’ me parecen del todo razonables. Pero piense que, si hay proporción, no puede haber absoluta certeza. Ni, por tanto… GRAN PREMISA.” En efecto, si en El Quijote se acepta que hay, sea en la proporción que fuere, una parte de “acción fingida” (lo cuál parece bastante obvio), entonces no hay forma humana de saber cuándo los “datos” proporcionados por Cervantes son reales y cuándo pertenecen a esa parte “fingida”. En una situación así, un tipo de situación que bien podemos calificar como típicamente literaria, la verificación científica de cualquier hipótesis sobre “el lugar” se hace imposible.

El profesor Montero, catedrático de Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid, y miembro del Equipo del profesor Parra Luna, fue muy amable al remitirme dos correos electrónicos (28 y 29/09/2014). Don Francisco Javier es defensor de la hipótesis del profesor Parra. La “consistencia matemática” de los resultados que obtiene mediante cálculos realizados a partir de los supuestos datos objetivos que le entrega el profesor de Villanueva de los Infantes, le hacen creer lo siguiente: “En la parte que me toca, de la información lingüística que yo recibí acerca de las distancias relatadas en El Quijote, se deduce su consistencia con la existencia del mapa de La Mancha en la cabeza de Cervantes, marcando el entorno más cercano a Villanueva de los Infantes como el punto plausible de origen de los viajes. […] hasta Tolkien, cuando crea El Señor de los Anillos, construye un mapa dentro del cual los movimientos de todos los personajes es consistente. Y si no nos hubiese dado ese plano al final del libro, podríamos haber estado años tratando de reconstruirlo. […] Tolkien crea su mundo, y lo tiene que crear consistentemente. Cervantes no tiene otro remedio que ser consistente con el mundo (real) del que habla. El nos dice cuál es su mapa en la primera línea del libro. ¿Por qué habría de mentirnos?”  

En resumen, mi respuesta al profesor Montero fue ésta: “Cervantes, por supuesto, no miente, profesor Montero. Cervantes nos relata sus muchas y muy grandes ‘verdades literarias’ sobre la vida. ¿Tenía un mapa en su cabeza sobre ‘el lugar’ de la Mancha? Es posible. Con certeza, por ahora, sólo podemos asegurar que lo tenía Tolkien. […] En el caso de Cervantes, unos ‘datos’ no empíricos apuntan a que podría tenerlo, pero no podemos saber que su intención real fuese dejar ‘un acertijo’ y unos datos objetivos con los que averiguar cuál es ‘el lugar’ de la Mancha. Esta es la diferencia. Las intenciones humanas no se determinan matemáticamente, se pueden mostrar sólo si existen previamente. Su analogía, por tanto, no me parece correcta. […] Sin datos empíricos (los del Quijote son hipotético-ficcionales, salvo que se admita la GRAN PREMISA del profesor Parra sobre las intenciones de Cervantes [dejar “un acertijo”] (…), todo cálculo será siempre hipotético. […] Razono de esta manera porque supongo: 1) que no pensará usted que da igual que los datos sean objetivos que hipotético-ficcionales; 2) que unos cálculos de alta consistencia matemática hechos con datos hipotéticos permiten llegar a una conclusión de alta consistencia empírica o real; y 3) que Cervantes quiso dejar un complicadísimo ‘acertijo’ a los lectores sobre ‘el lugar’ de la Mancha para cuya resolución son necesarios los modelos computerizados de cálculo matemático del siglo XXI.”

Me detengo más en este intercambio de argumentos con uno de los principales matemáticos del Equipo del profesor Parra Luna por la importancia que en su estudio se da a estos cálculos teóricos para avalar la hipótesis de Villanueva de los Infantes. A mi juicio, el profesor Montero incurre en dos errores: 1) No tener en cuenta que los “datos” del profesor Parra no son datos empíricos (no lo son: a) ni las distancias expresadas en leguas, de las que no hay prueba objetiva de que Cervantes quisiera consignarlas de forma exacta, como datos reales, b) ni mucho menos las tardanzas expresadas en jornadas, que luego don Francisco Parra “traduce”, “cocina” y convierte en kilómetros calculando una “velocidad media” (¡?) a Rocinante y al rucio). Repetimos: ¡NO son datos empíricos! Por tanto, todos los cálculos matemáticos que se hagan con este tipo de “datos” nunca pasarán de ser un juego teórico. 2) Confundir el hecho conocido, por declarado, de que Tolkien tenía en la cabeza un mapa del territorio literario de El Señor de los Anillos (que dejó en su libro), con la probabilidad matemática, sólo PROBABILIDAD, de que Cervantes también pudiera haberlo tenido del “lugar” de La Mancha. Pero las intenciones humanas no se pueden deducir, determinar, ni conocer con certeza mediante cálculos matemáticos, por muy “consistentes” que sean. Todos los ultraprecisos modelos cibernéticos que se utilizan no pueden certificar que la intención de Cervantes fuese la de dejar “un acertijo”. Y si esta “premisa” no queda demostrada (y, ni unos cálculos de probabilidad matemática, ni la interpretación literal y/o “sistémica” de una o dos frases del texto literario, tienen capacidad de verificar intenciones), en ningún momento se puede afirmar que los “datos” que Cervantes escribe en El Quijote sobre tardanzas y distancias son datos objetivos, equivalentes a datos empíricos. No se podría afirmar ni siquiera aunque supiésemos con seguridad que Cervantes conocía muy bien todo el territorio de La Mancha, circunstancia harto improbable y no acreditada en estudios histórico-biográficos. Si alguien logra alguna vez patentar un modelo matemático que permita conocer las intenciones humanas, se hará más famoso que el mismísimo Don Quijote. Todos los Estados y Ministerios de Educación del mundo utilizarían ese modelo, y nuestra libertad -mucho más que probablemente- se vería en extremo amenazada. ¡Ojalá nunca llegue a existir tal tipo de intencionales modelos matemáticos!

El también catedrático de Matemáticas y experto en Teoría de Sistemas, profesor Pla-López, antiguo miembro del Equipo del profesor Parra, remitió al grupo de receptores de correos electrónicos un texto en el que, con un gesto de sinceridad que le honra, escribió el siguiente párrafo (03/11/2014): “Ciertamente, hablar de “tesis científica verificada” en ese contexto es epistemológicamente incorrecto, dado que no puede haber verificación experimental. Incluso si adoptáramos una metodología popperiana, que en vez de la verificación busca la falsabilidad como característica de la ciencia, también en este caso se trataría de una tesis no falsable, dado que tampoc es posible una falsación experimental.”

El experto en Caminería Hispánica, Dr. D. Jesús Sánchez Sánchez, nos envió un amplio y detallado correo crítico con la hipótesis del profesor Parra Luna (04/11/2014). Esta crítica la ha desarrollado y publicado en diversos medios académicos desde el año 2004. A mi modo de ver, uno de sus argumentos más decisivos es el siguiente: “Esto me parece algo nuclear y que hace referencia a dos consideraciones epistemológicas. Pla niega tanto la posibilidad de verificación como la posibilidad de falsación, dada la imposibilidad de una verificación experimental como de una falsación experimental. Para nosotros nada obsta el compartir la imposibilidad de una verificación experimental. En cambio, no compartimos la imposibilidad de una falsación experimental. Nos referimos, cuanto menos, a la falsación empírica (experimental) del carácter realista de la geografía quijotesca y, por ende, a la falsación de que Cervantes estaba condicionado a seguir un plan geográfico consistente. Para nosotros, la cueva de Montesinos ofrece sin dificultad la falsación empírico-experimental absoluta respecto del supuesto carácter realista de la geografía quijotesca a cualquiera que quiera ir allí (Ossa de Montiel, Albacete) y pretenda descolgarse con una soga. En 2008 (VIII Congreso de Caminería Hispánica) di argumentos sobre la imposibilidad física de desarrollar en esta cueva la trama que describe Cervantes. Quien vaya a esa cueva Quijote en mano, puede fácilmente verificar que la realidad física (topografía y perfiles longitudinales) de la cueva ‘real’ es radicalmente incompatible con las aventuras relatadas por Cervantes.”

El Dr. D. Justiniano Rodríguez me envió varios correos en apoyo de los 12 argumentos de mi análisis y enfoque psicológico sobre el falso conocimiento que el profesor Parra cree tener de las intenciones de don Miguel (basado principalmente en la interpretación literal, sin el más mínimo asomo de sentido del humor o ironía, de una frase del último capítulo del Quijote), alentándome a poner en evidencia que, no por más empecinarse, conseguirá estar menos equivocado. Don Justiniano también piensa que: “la verdad es la verdad, se diga en la Academia o se diga en el ágora.”

Al entender que nuestros enfoques analíticos son complementarios, el Dr. Sánchez y yo enviamos un correo electrónico conjunto al profesor Parra Luna (11/11/2014), recordándole que los argumentos que hemos reunido permiten refutar (aunque él no se entere o quiera dar por enterado) su falsa “tesis científica verificada” de que Villanueva de los Infantes es “el lugar” de La Mancha. La afirmación del profesor Parra en favor de su propio pueblo natal, en realidad, no es más que una hipótesis. En un proceder científico lógico, ahora le tocaba a él el turno de contraargumentar e intentar demostrar lo erróneo de nuestros argumentos. Ante su prolongada falta de respuesta y silencio, decidimos publicar un artículo conjunto en la edición digital y de papel del diario ABC de Toledo (23 y 26/11/2014). Este artículo tampoco ha sido contestado por el profesor Parra.

Agradezco la amabilidad de los ilustres cervantistas, catedráticos y profesores que me han permitido tener el honor y el placer de dialogar con ellos, siquiera brevemente, y también la paciencia de los que prefirieron adoptar una actitud de generosa escucha.

El enigma literario del “lugar” de La Mancha con el que Cervantes quiso obsequiar a todos los lectores, no ha sido resuelto por los “gigantes” matemático-metodológico-sistémicos del profesor Parra Luna, que sigue encerrado en su burbuja teórica. Afortunadamente para los amantes de la Literatura, Don Quijote seguirá viviendo (en este 2015, y durante algún que otro siglo): En un lugar de La Mancha…

¡Feliz Año Nuevo!

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Sobre el autor

Psiquiatra del Centro de Salud Mental "Antonio Machado" de Segovia


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