Hay que leer de dos veces para arriba, o mejor una y otra vez hasta cansarse, el discurso de Juan Goytisolo, todas y cada una de sus frases, repensar con calma cada una de las ideas que como en un modesto cofrecito de perlas hoy nos regaló, contemplar asombrados sus lúcidos destellos, su firmeza y honradez, para darse cuenta de la extraordinaria importancia que a veces pueden llegar a tener muy pocas palabras.
Decir tanto y tan hondo de un modo tan breve es atributo reservado a los Genios encantadores.
Con la magia esencializada de su Literatura, don Juan consigue que tras los 10 minutos que nos lleva la lectura del discurso ante el joven Rey de España y algunos de los más ilustres académicos e intelectuales de nuestro país reunidos en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, Don Quijote y don Miguel en persona emerjan de sus cuatro folios y revivan ante nosotros en nuestro tiempo presente, bien dispuestos a desfacer tuertos en los castillos de Ceuta y Melilla, frontera indigna entre seres humanos, o acometer a tanto bellaco y malandrín como prolifera en las moquetas del poder político y económico.
El espíritu de Cervantes y de Don Quijote cobró vida en Alcalá como muy pocas veces, y se hizo carnal mediante un muy breve parlamento que me parece pasará a la historia de estos Premios.
El mundo ha sido injusto desde sus más remotos orígenes, y quizá no podamos encontrarle una solución. Aun así, no dejen de leer y releer el pequeño / gigante discurso con el que don Juan Goytisolo nos devolvió hoy la ilusión a todos.