Varios amigos y amigas me han dicho que comparten mi reflexión sobre Fidel Castro como tirano “amable” siempre y cuando su entrecomillada amabilidad tenga un sentido irónico, sarcástico o directamente de humor negro, pero no están de acuerdo en cambio con los supuestos logros del Comandante relativos a la educación y la sanidad cubanas. Después de escuchar sus comentarios, he de reconocer que no les faltan razones.
Más allá de la buena tasa de alfabetización y de los porcentajes de población con estudios medios y superiores de los que tanto presume el Régimen cubano, una “educación revolucionaria” cuyo fin pedagógico primordial ha sido el adoctrinamiento en una ideología concreta, el marxismo-comunismo, inoculando a niños y jóvenes su código ético, social y político, está muy lejos de ser el tipo de educación libre, ilustrada, tolerante y diversa que quieren para sus hijos los ciudadanos y partidos progresistas europeos. Muy lejos también fomentar el culto a la personalidad y una adhesión emocional, paternal, al líder vitalicio. Y más lejos aún justificar el uso de la violencia de las armas como medio para alcanzar una sociedad justa e igualitaria, sustituyendo las urnas de la democracia por una “metodología” militar durante casi seis décadas.
El adoctrinamiento en la Cuba del Comandante Fidel no terminaba en las etapas infantil y juvenil, era continuo a lo largo de toda la vida adulta. Su omnipresente verbo en los medios de comunicación estatales, Prensa, radio y TV, complaciéndose en dirigir a la gente largos discursos de propaganda y “asesoramiento colectivo” era garantía de ello. Unos discursos en los que no sólo se inmiscuía en lo que son o debieran ser libres asuntos ideológicos y religiosos de las personas, sino en muchos aspectos de la vida profesional y de las relaciones interpersonales. Seguir con fidelidad esta “filosofía educativa” ha sido imprescindible para ser considerado socialmente como “buen revolucionario”. El cubano que buscase una formación alternativa a la “recomendada” por La Revolución se podía ir preparando, o preparando las maletas.
La sanidad cubana alcanzó en las décadas de los 70 y 80 estándares internacionales que la asemejaban a la sanidad pública de los países europeos y de Canadá. Sin embargo, en los últimos 25 años el modelo cubano no ha podido seguir el ritmo de desarrollo tecnológico y cualificación profesional de estos países. La fama que la sanidad de Cuba todavía mantiene en algunos medios de comunicación de Europa deriva de su pasado, pues el sistema sanitario no ha sido evaluado recientemente de modo fiable. Encarcelar homosexuales no es una gran medida terapéutica. Los indicadores que proporciona la Administración estatal no resultan creíbles. Una auditoría internacional independiente, además de las evaluaciones de la OMS, pondría de manifiesto las distancias que hoy existen respecto de los sistemas públicos occidentales. Y es que sin adecuada financiación no puede haber un Estado del Bienestar de calidad. Fidel siempre tuvo una coartada perfecta en el embargo de EEUU para justificar la pobreza de su país, y no voy a negar que influyera de manera importante. Sin embargo, el siglo XX ha demostrado que los grandes países comunistas, la URSS y China, llegaron también a la pobreza por seguir el camino de la economía planificada de Estado que recomendó Karl Marx (un teórico alemán un tanto cuadriculado). Es este tipo de economía diseñada a escuadra y cartabón por burócratas de oficina y Ministerio la que a lo largo de varias décadas termina empobreciendo un país. Constatación histórica aceptada por la mayor parte de los partidos progresistas europeos, pero que nunca admitirá una persona de ideología marxista-comunista. Fidel no la admitió.
Quienes atribuyen al Comandante el valor simbólico y legendario, romántico, mítico, de encarnar la lucha por la utopía social, los sueños de dignidad, justicia e igualdad entre los hombres, no deben olvidar las palabras ni el pensamiento ilustrado de nuestro genial don Francisco de Goya: el sueño de la razón produce monstruos. En fin, son muchos los hechos y razones para pensar que Fidel Castro fue un dictador, un tirano, y muy pocos para considerarle objetivamente amable.