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Alfredo Barbero

Ni locos ni cuerdos

¡Viva la Constitución de 1978!

La gran Constitución española de 1978 tiene que ser reformada.

Nunca antes a lo largo de nuestra Historia, desde el tiempo en que los civilizadores romanos vertebraron la península con su red de caminos hasta la globalizada red digital del tecnológico siglo XXI, los habitantes de este veterano territorio europeo habíamos logrado ¡mantener durante casi 40 años consecutivos! tres valores esenciales, sólo en apariencia sencillos y fáciles de conseguir: la paz, la democracia y la prosperidad económica.

Este grandísimo e inédito logro histórico de nuestra sociedad civil se lo debemos directamente al texto constitucional de consenso de 1978. Algo que algunos de nuestros políticos más jóvenes, quizá por cierta falta de formación o lecturas, o por ciertas estrategias y apremios, no han aprendido a reconocer, respetar y valorar.

Entonces, ¿a qué se debe la necesidad de reformarla?

Pues a que hay un punto, un único punto, que casi todos los políticos están de acuerdo en modificar por haber sido superado culturalmente: el género, masculino o femenino, no debe determinar la sucesión en las Monarquías constitucionales que puedan seguir funcionando en un próximo futuro. A día de hoy, tanto monta, monta tanto a los efectos democráticos e igualitarios obligados, un Rey como una Reina (y viceversa).

Si se inicia la reforma de la Constitución por este ineludible asunto, existen además diversas propuestas por parte de los partidos actuales para introducir otras reformas, propuestas que están estrechamente vinculadas a los acontecimientos sociales y políticos que hemos vivido durante los últimos años. Son muy diversas: en relación a los derechos fundamentales, para adaptarse a la construcción de Europa, relativas al modelo territorial (Estado Federal con más o menos competencias, o Estado Autonómico con menos o más competencias), al modelo político (Monarquía o República), a la financiación pública, a la ley electoral, a la ley de partidos, etc.

¿Qué podemos pedirle los ciudadanos españoles a nuestros representantes políticos, de un color u otro, ante esta expectativa reformista que hay sobre nuestro texto constitucional?

Básicamente entiendo que cuatro cosas: 1) que sean prudentes, el Mediterráneo hace mucho tiempo que se descubrió, 2) que pongan con claridad sobre la mesa sus propuestas concretas, 3) que cada reforma que se apruebe esté apoyada, si no por el que ya no parece posible generosísimo de la Transición, sí al menos por un importante consenso, 4) que las posibles reformas se hagan, no desde la hostilidad o el desprecio, sino desde el reconocimiento y el respeto al texto que la mayoría de los españoles votamos y aprobamos en 1978.

Las reformas que se hagan con esta actitud y ‘talante’ tendrán mucha probabilidad de ofrecer 40 años más de convivencia, prosperidad económica, democracia y paz a este histórico lugar, a esta diversa e inquieta nación.

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Sobre el autor

Psiquiatra del Centro de Salud Mental "Antonio Machado" de Segovia


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