El retablo y su precio (capítulo 26)
“–¡Deteneos, mal nacida canalla, no le sigáis ni persigáis; si no, conmigo sois en batalla! Y, diciendo y haciendo, desenvainó la espada y de un brinco se puso junto al retablo, y con acelerada y nunca vista furia comenzó a llover cuchilladas sobre la titerera morisma, derribando a unos, descabezando a otros, estropeando a éste, […]