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Alfredo Barbero

Ni locos ni cuerdos

EL ‘QUIJOTE’ (Primera parte)

 

¡Qué alegría empezar a leer (o releer) el Quijote!

Sin duda, uno de los mayores placeres y aprendizajes que se pueden realizar en esta vida.  

De entre las grandes obras escritas a lo largo de la historia de la Literatura, pocas nos dejarán tan buen recuerdo.  

¡Por algo Cervantes ocupa el lugar que ocupa!  

El universo mental de don Miguel en el Quijote es amplio, complejo, detallista, emocionalmente sobrio pero muy empático, hondo, un universo abierto. Cervantes es un sabio. No en sentido erudito, sino por su comprensiva inteligencia, capacidad de observación, notabilísima experiencia a pie de camino y genial sentido irónico del humor. Sin olvidar el del espectáculo. También es culto. Su capacidad lingüística, narrativa, en apariencia sencilla, es de una extraordinaria fluidez, precisión, variedad y elegancia. Cervantes nunca deja de interesar, divertir, entretener ni de jugar. Su juego del mundo, que parece solo cómico, tiene un profundo lado triste y amargo. Es un equilibrista que pasea con calma por los territorios y las fronteras entre realidad y ficción, idealismo y realismo, razón e imaginación, cordura y locura, ilusión, fantasía, esperanza y desencanto, sonrisa y pena, voluntad de creer y escepticismo, porque todo forma parte de la naturaleza humana. Reírse, reflexionar, aprender placenteramente, está garantizado con la lectura del Quijote. Con todas y cada una de las lecturas del Quijote.  

EL INGENIOSO HIDALGO DON QUI-XOTE DE LA MANCHA se publicó con fecha de 1605, aunque según nos informa en su comentario sobre la portada en la edición del Quijote de la RAE (2015) el cervantista y catedrático de Bibliografía de la Universidad Complutense de Madrid ya fallecido, Jaime Moll, “debió de quedar totalmente impreso en los últimos días de diciembre de 1604”. Juan de la Cuesta regentaba la imprenta y era el yerno de la propietaria, María Rodríguez de Rivalde, viuda de Pedro Madrigal, que falleció en 1593. El librero Francisco de Robles también editó y vendió la Segunda parte en 1615, pero no las últimas obras de Cervantes.  

En el título de la portada de la Primera parte DON QUIXOTE aparece como lo que ‘realmente’ es, un HIDALGO manchego, mientras que en la Segunda, quizá por la fama que ha alcanzado (una fama real debida al éxito de la novela, aunque los escritores y críticos de la época no la considerasen buena Literatura), Cervantes lo eleva en el título al rango de CAVALLERO. En las dos portadas DON QUIXOTE aparece, esto sí, como INGENIOSO.    

La Segunda parte se puede considerar la hermana mayor de la Primera, un texto más maduro publicado diez años después en el que predomina la reflexión y el diálogo sobre la acción, y el humor irónico sobre las situaciones cómicas. 

¡Pero la hermana pequeña también tiene mucho que contar!

 

Portada y presentación

(Quijote, I. RAE, 2015)

 

 

                                           

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Sobre el autor

Psiquiatra del Centro de Salud Mental "Antonio Machado" de Segovia


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