>

Blogs

Alfredo Barbero

Ni locos ni cuerdos

Jeroglíficos (versos preliminares)

A un lector contemporáneo del siglo XXI, los diez poemas preliminares escritos por Cervantes siguiendo el consejo que su amigo le dio en el prólogo seguramente le parecerán auténticos jeroglíficos. Son un lío, un galimatías, un versificado conjunto de elogios por parte de literarios y fantásticos personajes caballerescos, damas, escuderos y caballerías. No hay forma humana de entender qué significan sin ayuda de las notas a pie de página. Salvo el último, el diálogo que mantienen con bastante claridad las caballerías.  

El desconcierto máximo ocurre con el primero, que la maga encantadora, Urganda la Desconocida (personaje del Amadís de Gaula que protege al héroe, residiendo habitualmente en la Ínsula no Hallada), dirige, no a Don Quijote, sino al libro que cuenta su historia. Se trata de una serie de siete décimas o espinelas con versos de los llamados de cabo roto, pie cortado o quebrado, que suprimen una o dos de las sílabas finales de la última palabra de cada verso a partir de la vocal tónica. Un endiablado tipo de rimas que no inventó Cervantes, pero fue de los primeros en utilizar. Sirva de ejemplo el comienzo: 

 

AL LIBRO DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA, URGANDA LA DESCONOCIDA  

 

“Si de llegarte a los bue–, 

libro, fueres con letu–, 

no te dirá el boquirru– 

que no pones bien los de–.”

 

[‘Libro, si fueres con cuidado (con letura) de arrimarte a los buenos («Allégate a los buenos y serás uno de ellos», aconseja el refrán), el pipiolo (boquirrubio: ‘mozalbete presumido e ignorante’) no podrá decirte que no sabes lo que haces (no pones bien los dedos, propiamente, en la guitarra u otro instrumento)’; nota al pie, n.].  

¡Tremendo! Después de proclamar en el prólogo la claridad y llaneza como principio esencial del estilo literario, ¡el primero en la frente! Don Miguel pone al lector a descifrar un enrevesado juego de rimas, citas, alusiones y refranes. Menos mal que el equipo de cervantistas en la edición de la RAE hace muy bien este trabajo, por lo que solo vamos a mencionar, ya ‘traducido’, lo más interesante en cada poema.  

En este primero de pies cortados se dice que al hidalgo manchego las lecturas ociosas le “trastornaron la cabeza”, quedando “templado a lo enamorado” y propenso hacia Dulcinea. También, que puesto que el cielo no quiso que el libro sea tan versado en latines como el negro Juan Latino [un esclavo negro que llegó a catedrático y alcanzó fama como poeta en latín; n.], los rehúse, no trate de despuntar “de agudo” citando filósofos, ¿para qué tantas “flores”?, ni se meta en otros “dibujos”. Tampoco en saber de vidas ajenas, pues a los “mofantes” y burlones suelen darles en la “caperuza”. Más todavía si antes de tirar piedras al tejado del vecino no se comprueba que el propio no es de “vidrio”. “En lo que no va ni viene, pasar de largo es cordura”. El “hombre de juicio” debe andar con “pies de plomo” para no escribir “a tontas y a locas”, pues “el que imprime necedades dalas a censo perpetuo”.  

En el breve soneto, AMADÍS DE GAULA A DON QUIJOTE DE LA MANCHA, el caballero recuerda al manchego que le ha imitado llevando la “llorosa vida” que él llevó cuando estuvo “ausente” de Oriana, su dama. Afirmando además que “tu sabio autor” será único en el mundo. 

En el de DON BELIANÍS DE GRECIA A DON QUIJOTE DE LA MANCHA, este belicoso caballero dice: “Rompí, corté, abollé y dije y hice (…) fui diestro, fui valiente, fui arrogante (…) Hazañas di a la Fama que eternice (…) fue enano para mí todo gigante (…) Tuve a mis pies postrada la Fortuna (…) Mas, aunque sobre el cuerno de la luna siempre se vio encumbrada mi ventura, tus proezas envidio, ¡oh gran Quijote!”   

La agradable morada de su castillo en Londres debiera mejor estar en El Toboso, según afirma sin pensárselo dos veces en su soneto LA SEÑORA ORIANA A DULCINEA DEL TOBOSO, reconociendo que admira mucho a la manchega porque ella se entregó en secreto y fue preñada por Amadís, pero Dulcinea supo escapar del “comedido hidalgo don Quijote”.  

Antaño los escuderos eran jóvenes nobles o hidalgos que se ejercitaban hasta armarse caballeros [n.], mientras que “ya la azada o la hoz poco repugna al andante ejercicio”. “Salve, varón famoso”, le dice GANDALÍN, ESCUDERO DE AMADÍS DE GAULA, A SANCHO PANZA, ESCUDERO DE DON QUIJOTE, admirado con la metamorfosis conseguida por “nuestro español Ovidio” al hacer de un labrador un escudero.

 

“Libro, en mi opinión, divi–,

si encubriera más lo huma–.”   

 

Estos dos versos de cabo roto DEL DONOSO, POETA ENTREVERADO, A SANCHO PANZA Y ROCINANTE, expresan con bastante claridad la opinión que tiene sobre La Celestina. Opinión que seguramente es la de Cervantes. Y que podemos considerar como un nuevo principio estético o literario del escritor, que sería partidario de suavizar la realidad, tanto en la elección de formas como de contenidos, para hacerla más agradable, más amable. Realismo sí, pero no en toda su crudeza. Con este planteamiento Cervantes se distancia estética y éticamente de La Celestina… ¡y de Shakespeare!  

ORLANDO FURIOSO A DON QUIJOTE DE LA MANCHA dice en su soneto: “Si no eres par, tampoco le has tenido” [Orlando, inspirador de tantos poemas épicos, era uno de los Doce Pares de Francia, los caballeros que formaban el séquito de Carlomagno, «a quien llamaron pares por ser todos iguales»; n.]. Orlando reconoce humilde que pese a ser “iguales en amor con mal suceso” (puesto que al cabo no pudo alcanzar a Angélica, como Don Quijote no alcanzó a Dulcinea) y a haber perdido ambos “el seso” (Don Quijote imitará la furia o locura amorosa de Orlando, o Roldán, haciéndose el loco en Sierra Morena), no puede de ningún modo ser su igual en cuanto a proezas y fama.  

De parecida forma, EL CABALLERO DEL FEBO A DON QUIJOTE DE LA MANCHA reconoce que su espada no igualó la de Don Quijote. Y aunque pudo ser emperador de Tartaria, “vos, godo Quijote” [‘noble’, pues la más alta nobleza alardeaba de «venir de los godos»; n.], ilustre y claro, por Dulcinea sois al mundo eterno”.  

En una fabla o jerga arcaizante parecida a la que utiliza Don Quijote, DE SOLISDÁN A DON QUIJOTE DE LA MANCHA dice con mucha verdad en su soneto:

 

“Maguer, señor Quijote, que sandeces [‘aunque locuras’; n.] 

vos tengan el cerbelo derrumbado, 

nunca seréis de alguno reprochado 

por home de obras viles y soeces.”

 

Añadiendo con toda justicia que a pesar de tener “el cerbelo derrumbado” sus “fazañas” serán los mejores jueces, “pues tuertos desfaciendo habéis andado” [modernamente se ha creado y difundido la expresión desfacer entuertos, jamás utilizada por Cervantes; n.].  

 

DIÁLOGO ENTRE BABIECA Y ROCINANTE

Soneto 

 

B.​ ¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado?

R. ​Porque nunca se come, y se trabaja.

B. Pues ¿qué es de la cebada y de la paja?

R. ​No me deja mi amo ni un bocado.

B. ​Andá, señor [‘andad’. La supresión de la -d en los imperativos, en la segunda persona del plural, era frecuente en la lengua coloquial del Siglo de Oro; n.], que estáis muy mal criado, pues vuestra lengua de asno al amo ultraja.

R​. Asno se es de la cuna a la mortaja. ¿Quereislo ver? Miraldo enamorado.

B. ​¿Es necedad amar?

R. No es gran prudencia.

B. ​Metafísico estáis. 

R. ​Es que no como.

B. ​Quejaos del escudero.

R. ​No es bastante. ​¿Cómo me he de quejar en mi dolencia, si el amo y escudero o mayordomo son tan rocines como Rocinante? [se llamaba rocín tanto al potro como al mal caballo, y, por ende, la voz se usaba a menudo como insulto; n.].

 

El bueno de Rocinante se muestra de lo más filosófico y reivindicativo ante el legendario caballo del Cid, compensando un poco su fama de rocín flaco, dócil, algo lento y asustadizo. Cervantes no duda en este comienzo en igualarle nada menos que con Don Quijote y con Sancho Panza. ¡Qué hambre debía pasar!

.

Versos preliminares

(Quijote, I. RAE, 2015)

.

.

Temas

Sobre el autor

Psiquiatra del Centro de Salud Mental "Antonio Machado" de Segovia


abril 2021
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930