Con su habitual agudeza analítica, Felipe González acaba de decir a Podemos que no pueden pedir al PSOE que gire en sus ideas para hacer pactos políticos cuando son ellos los que no dejan de girar como “veletas”.
Políticos con la claridad y capacidad de expresión breve y certera del expresidente, se comparta o no su orientación ideológica, se vienen echando mucho en falta en nuestro actual escenario público.
Los resultados de las Elecciones del pasado 24 de mayo están obligando a los partidos a hacer algo de lo que casi se habían olvidado desde la Transición, y que es completamente normal en muchos países de Europa con democracias más desarrolladas: pactar, llegar a acuerdos programáticos, e incluso conformar gobiernos de coalición.
Los movimientos que hemos visto estos días empiezan a generar la gran duda de si lo que están haciendo los representantes tradicionales y emergentes de los ciudadanos (que se adaptan con mucha rapidez a ciertos usos y costumbres) es en realidad una negociación genuina que busca equilibrar los programas e ideas de unos y de otros, o si de lo que se trata en la práctica es de un intercambio de cargos: los Ayuntamientos de estas cuatro ciudades para ti, la Consejería de aquella Comunidad para mí, etc.
Pactar no es fácil. Nuestros políticos no están acostumbrados. Esperemos que después de los espectáculos de la corrupción, del viejo sistema obstinadamente cerrado y partitocrático, y de las mayorías absolutas, no tengamos que asistir también a un puro y duro espectáculo de mercadeo en la almoneda del Poder.