La difteria es una grave enfermedad infecciosa que se caracteriza por la aparición de falsas membranas (pseudomembranas) muy firmemente adheridas a la superficie mucosa de las vías respiratorias y digestivas superiores. Afecta principalmente a las amígdalas, garganta y fosas nasales. Los síntomas son dolor, aumento de la temperatura corporal y ganglios linfáticos inflamados en el cuello. Además, se pueden formar unas membranas grisáceas que obstaculizan la respiración. En otras ocasiones puede afectar la piel, produciendo lesiones dolorosas, abultadas y enrojecidas. Con menor frecuencia se producen cuadros de infección vaginal, de conjuntivas oculares u oídos. La bacteria fabrica una toxina muy agresiva que puede lesionar el miocardio y otros órganos internos, dando lugar a un cuadro multi-orgánico que puede causar la muerte. Las personas infectadas con difteria son contagiosas sobre todo durante las primeras dos semanas. Si se tratan con antibióticos adecuados el periodo de contagio puede acortarse a menos de cuatro días. El tratamiento curativo se basa fundamentalmente en el uso de la antitoxina específica y se complementa con antibióticos, pero el mejor de los tratamientos es el preventivo mediante la vacunación que suele realizarse junto a la del tétanos y la tosferina (DTP). Esta vacuna tiene un índice de efectos adversos graves muy bajo (aproximadamente 1/1000000) y a cambio ha salvado la vida a miles y miles de niños en todo el mundo a lo largo de muchos años.
Los países y sociedades libres del siglo XXI hemos conocido el desarrollo científico más importante de la historia de la Humanidad, pero también, como consecuencia directa de la libertad, somos las sociedades en las que con mayor intensidad circula y se difunde la información pseudo-científica. Es una obligación, un deber básico de los padres, informarse objetivamente y elegir lo mejor para sus hijos. Si los padres prefieren guiarse por algún código ideológico, religioso o filosofía oriental, el derecho a la salud y a la vida de los niños debería prevalecer legalmente sobre la libertad de creencias de sus progenitores.