Primero fue ver el capítulo y comentarlo minuto a minuto. Luego llegaron las primeras impresiones, así en caliente, y más tarde la crítica, ya reposada. Ahora, aprovechando que el final de ‘Perdidos‘ sigue estando presente en prácticamente cada conversación sobre tele, rescatamos los 10 mejores momentos del último capítulo.
Puede que el iraquí haya conseguido, a lo largo de la sexta temporada, convertirse en uno de los personajes más odiados de la serie, y que Shannon pasara por las dos primeras temporadas con más pena que gloria, pero su encuentro en la línea alternativa (perdón, el ‘limbo’) nos ha puesto los pelos de gallina. Quizás porque nos recordaba aquella maravillosa temporada inicial…
Aunque la escena nos haya recordado la batalla final de ‘Matrix revolutions’, con tanta lluvia y salto mortal, estábamos deseando ya un enfrentamiento de verdad entre Jack y Locke, o, lo que es casi lo mismo, entre Jacob (el nuevo) y AntiJacob. La luvia, el escenario y sobre todo la intervención de Kate con su ‘I saved you a bullet’ la hacen memorable.
Poco tiempo ha durado en el puesto el sucesor de Jacob, pero es que Jack estaba destinado a sacrificarse, a dar su vida por la isla de la que tanto renegó al principio. Y, desaparecido Jack, el mejor candidato para dirigir la isla era Hurley, porque Hurley somos todos.
La escena nos suena. Jack y Locke asomados a un pozo, con Desmond en el fondo. Locke/AntiJacob también se acuerda y así se lo hace notar a Jack, pero a éste no le gusta que su nuevo archienemigo se comporte como si también fuera su antiguo opuesto, y le contesta con una frase que los seguidores de la serie nunca olvidarán:
“You disrespect his memory by wearing his face, but you’re nothing like him. Turns out he was right about almost everything. I just wish I could’ve told him that while he was still alive.” (Mancillas su memoria llevando su cara, pero no eres como él. Resulta que él tenía razón sobre casi todo, sólo quisiera habérselo dicho cuando aún vivía).
Victoria para Benjamin Linus. Después de tanto manipular para hacerse con el control de la isla, el ex líder de los Otros decide resignarse en el último minuto al puesto al que siempre ha estado destinado: el de consejero.
Seguro que muchos pensaron que Kate y Sawyer acabarían juntos (quizás lo hicieron tras salir de la isla, nunca se sabe) o que sería la ‘pecosa’ la que despertaría al detective, pero no, estaban esquivocados. Era Juliet, la ‘blondie’, quien haría recordar a James Ford su estancia en la isla. El momento de la revelación, cuando sus manos se tocan, la primera reacción, con ese ‘Deberíamos tomar un café algún día’, y, sobre todo, el beso final, merecen situar la escena como una de las más románticas de la serie.
Tuvieron que morir los dos para que uno se disculpara y el otro aceptara su perdón. Ben, el manipulador, el egoísta, el mentiroso, se redime ante John, su principal competidor en la isla, y éste, sonriente (¡por fin un Locke feliz!) acepta sus disculpas. Una gran escena entre dos grandes personajes que esperábamos ver.
De todas las parejas que pasaron por la isla, quizás ésta fue la que menos juego dio, aunque su relación siempre fue muy tierna y hubo momentos en que no se podía entender a un personaje sin el otro. Sin embargo, su reencuentro fue uno de los momentos más emocionantes del capítulo final. Grande, grande.
¡Por fin! Cómo no, los guionistas esperaron al último episodio para cerrar el famoso triángulo amoroso: Jack, Kate, Sawyer; dejando que el médico fuera el elegido de la ‘pecosa’. Un beso apasionado en el acantilado y un ‘te quiero’ (dos palabras que hasta ahora Kate no había pronunciado) protagonizaron el ‘momentazo’, una escena esperada por muchos que, sin embargo, tiene el sabor agridulce de la despedida. Emotivo al cien por cien.
No podía ser de otra manera. La serie que dio la vuelta al mundo desde que aquel ojo se abrió en medio de la jungla sólo podía alcanzar su final cerrando ese ojo para siempre. Completando el círculo. Pero antes, Jack debía contemplar el avión de Ajira abandonando la isla y así morir en paz sabiendo que, quizás por primera vez, había hecho algo bien. Una escena memorable que si ya por sí sola es muy conmovedora, mezclada con las imágenes del reencuentro en la iglesia, parte corazones. Inolvidable.