Apunta para estrella aunque solo mida 1,50 metros a sus trece años. Chase Adams cursa actualmente octavo (algo así como primero de la ESO) y verlo jugar al baloncesto es una maravilla. Regatea, se escapa de sus adversarios, levanta la cabeza y encuentra ese hueco (invisible para la mayoría de los mortales) por donde cuela la pelota dejando a sus compañeros en posición franca de lanzamiento.
Su habilidad con el balón recuerda, salvando todas las distancias, a ese joven pibe argentino que terminó por maravillar al mundo con el balón en los pies. Quién sabe, puede que no alcance el Olimpo reservado a las estrellas de la NBA, pero talento le sobra para estar ahí en un futuro. Solo el tiempo le pondrá en su lugar.