Una mujer de Wisconsin, Estados Unidos, estaba segura de haber perdido su anillo de bodas hace cinco años. Su perro no opinaba lo mismo. No solo sabía de su paradero, sino que se lo había comido.
Lois Matykowski, su dueña, estaba sentada en su casa cuando vio que ‘Tucker’ había robado un helado de su nieta. «Se lo comió con palo y todo», asegura. Después se preocupó porque vio que la mascota vomitaba de una forma anormal.
Esa última comilona no le sentó demasiado bien. Pasó días vomitando, hasta que en la última vomitona ahí estaba, la alianza que tantos quebraderos de cabeza le había traído.