No son buenos tiempos para mirar a la cara más amable de la vida. Sintonizar la radio cada mañana o encender el ordenador para echar un vistazo a las noticias del día supone enfrentarnos a un aluvión de malos datos, principalmente económicos, que nos deparan un año horrible (y eso que aún estamos en el mes de enero). Más paro, menos dinero, más casos de corrupción, más injusticias, menos frío o más frío (depende de la noticia climática del día. En ocasiones menos frío por el calentamiento global. Hoy, más frío porque una masa de agua dulce que se desplaza por los mares está creciendo y eso puede enfriar nuestros inviernos y primaveras).

En fin, un torrente que nos hace creer que somos infelices y, lo que es peor, que lo vamos a seguir siendo durante mucho tiempo si es que las cosas no cambian radicalmente. ¡Pues yo no me lo creo!.

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Quizá es un acto de rebeldía, otra manera de ver las cosas o, simplemente, una irresponsabilidad, pero el día a día me demuestra que pese a las adversidades los seres humanos siempre sonreímos y apechugamos con lo que nos sucede, puro instinto de supervivencia tal vez. Estoy convencido de que al menos un segundo al día disfrutamos de la vida, ya sea degustando una buena comida, recordando algo bueno que nos haya ocurrido o tomando una cerveza con un amigo mientras arreglamos el mundo. ¿No merece la pena vivir de forma optimista aunque solo sea por esos momentos?

Yo desde luego pienso que sí, y no puedo prometer nada sobre este blog, ni siquiera si lo voy a actualizar los suficiente porque sufro de inconstancia crónica, pero lo que sí os voy a mostrar, seguro, es la parte más amable de todo lo que nos rodea porque creedme, la tiene.

PD: Al final me ha salido un post de lo más optimista. Os  juro que ha sido sin prepararlo, sentándome al teclado sin saber qué iba a escribir. Pero una vez terminado mi texto, ¡que me quiten lo ‘bailao’!