El Norte de Castilla, 3 de marzo de 2007
Alfonso Centeno, vicepresidente de la Diputación, ha sido el único valiente que se ha echado al ruedo para marcarse unas piruetas dialécticas sobre Arroyo, ese magnífico lugar que durante esta última legislatura pasó de pueblo a caso para disgusto del vecindario. El señor Centeno, que daba imagen de ser un espíritu libre dentro del partido –en la memoria redobla el órdago a Álvarez Cascos a vueltas con el apeadero del TAV en Olmedo–, llega con el dedo firme señalando burros volantes. Es extraño, pero aquí lo tenemos, vestido de longuis, bailando sobre el barrizal de la década mientras sostiene que el reemplazo de José Manuel Méndez como candidato a la alcaldía de Arroyo se produce aunque su gestión ha sido buena y el partido no tiene nada en su contra, sino todo lo contrario. Qué dureza de corazón, qué cuajo popular si lo que señala Centeno es cierto y así paga su partido las buenas legislaturas a sus adeptos. Qué sobrecogedora injusticia brota de las palabras del alcalde de Olmedo para con su colega de Arroyo. Si así se porta el PP con quien ha logrado que los vecinos de su pueblo estén «encantados con cómo funciona, los servicios que tiene y el urbanismo», qué harán a los malos ediles, si es que algún día logran reconcocerlos.
©Rafael Vega