Sirva la presente para desearle buenos días y un feliz colofón de mandato. Tras diez años de capitanía, querido y admirado Tony, ha sido usted capaz de mostrar la cara y la cruz, el haz y el envés, el día y la noche del laborismo británico. Como buen guía del tren de la risa, igual ha repartido globos entre los viajeros que los ha molido a escobazos.
Usted ha sido capaz, por ejemplo, de convertir Inglaterra en una península. Es decir, que tras su impronta se encuentra rodeada de agua, vacío e indiferencia por todas partes menos por una, que se llama Belfast. Si no le hubiese caído el marrón en Hacienda, ese Gordon Brown que de ser pintado por Goya abriría la colección de hijos devoradores de sus padres, habría tenido oportunidad, sin duda, de arreglar también lo nuestro y convertir la península quimérica, rodeada de agua, pateras y petroleros monocasco por todas partes menos por una que se llama Sarkozy, en un archipiélago de comunidades aborígenes.
Sin embargo, lamento comunicarle que la historia será con usted implacable. Esa manía suya de juntarse con los monos dominantes del zoo y sus pelotas amigos, muy capaces de beber a discreción y no dejarse aconsejar, va a convertirlo en el Tony más comparsa de todos los Mickys. Aquella foto, sí…, recuerda…, aquella foto con el gran Micky ojos azules, con José Manuel, alias ‘fado’ y el pequeño de los Aznar… ¿Recuerda? Aquella foto viaja allende los mares y viajará allende la galaxias si finalmente es incluida en el próximo programa Voyayer a modo de advertencia para civilizaciones inteligentes. La misma imagen que sustituirá, no tardando, a los carteles de peligro dispuestos en las torres de alta tensión.
Haciendo repaso somero de sus trasiegos, acaso pueda concluirse que los infiernos ni se crean ni se destruyen. como bien han demostrado usted y su grupo de Mickys, los infiernos pueden cambiarse de lugar.
Disfrute de su merecido retiro, procure no hablar más de la cuenta, procure no beber más de la cuenta… Pero, sobre todo, bajo ningún concepto, beba y hable más de la cuenta simultáneamente. Y no se envanezca por las felicitaciones que pudieran llegarle. Muchas están envenenadas. Sin duda el Papa ha sabido valorar su empeño por elevar la tasa de natalidad británica y ha olvidado voluntariamente su aportación por reducir la esperanza de vida en otros lugares del mundo. Y la felicitación de la reina Isabel, en fin… poco puedo explicarle que usted no haya comprobado ya. La reina haría cualquier cosa para que usted tuviera a bien sustituir al príncipe Harry en su misión a Irak por el zangolotino de Carlos. Esta mujer, con tal de ver arrugada la cara de Camila Parker es capaz de vivir cien años más, y nosotros que lo veamos.
Transmita a su señora mi más alta consideración.
©Rafael Vega