El Norte de Castilla, 9 de junio de 2007
Ahora es que sí; ahora no es intolerable el estado en que amanece la playa de las Moreras tras la búsqueda y consagración de la verbena; ahora es aceptable el palangre asociativo que trafica con bebidas para sacar unos euros; ahora, los vecinos más adustos del Paseo de Isabel la Católica tendrán que aguantar hasta el alba la murga del festejo, que anduvo erradicado los años anteriores, porque el alcalde ha hecho saber, por orden suya, que la fiesta y la hoguera pertinente de la noche de San Juan volverá a la orilla del Pisuerga. Y está bien que la cabeza de los ediles rectifique y se avenga a razones, por más que estas hayan sido desoídas con maniática tozudez. Lo estremecedor de la muda es la impagable manía política de aderezarlo todo con argumentos. Comprobamos espantados esa capacidad defensiva del blanco y el negro con idéntico y visionario convencimiento. Esperan nuestro apoyo incondicional, cuando optan por las churras, y nuestro incondicional apoyo, si van a por merinas. Acaso falte una pieza en este rompecabezas, un comentario marginal y honesto por el que resbale la reconsideración, nada del otro mundo. ¿Quién puede esperar un arrepentimiento o una claudicación? Nos caímos del árbol hace mucho, aunque lo añoremos.
©Rafael Vega