El Norte de Castilla, rero de 2008
La ciudad ha vivido conmovida durante toda la semana por el asesinato de Guillaume. La condena unánime y el escalofrío al averiguar que la muerte se aposta a veces en lugares conocidos, cuando ni siquiera la precaución es suficiente defensa, ha sido la culpable de esta desolación compartida.
Sin embargo, en medio del enmudecimiento, y contra todo pronóstico, hubo de acudir a la palestra nuestro alcalde, obsesionado en no dar puntada sin hilo, para relacionar el suceso con las gestiones socialistas del diputado Mario Bedera, encaminadas a proteger los derechos del menor.
En su impresentable reflexión, Javier León acaso sugiera que Guillaume es víctima de este tiempo libertino fruto de las gestiones socialistas. Bien sabemos todos, claro está, que en los más grises años de la autoridad y la represión, El Caso era un periódico que apenas encontraba crímenes con los que llenar su primera página.
Pero lejos de querer entrar al trapo de tan burda cita, el alcalde me ha recordado a los curiosos impertinentes que se arriman al coche averiado para ofrecer su diagnóstico; a los mirones de obra, capaces de contradecir al arquitecto.
La política barata, la más tonta de todas, abre siempre la boca cuando no debe. Y no me explico el motivo de tal torpeza.
©Rafael Vega