El Norte de Castilla, 22 de diciembre de 2007
No es sólo el hito, que nos protege como una panoplia contra los ataques del olvido. Hay más novedades en esta pedrea, según el decepcionado alcalde, que nos llega hoy en forma de tren. A saber: se acabaron al respecto del TAV–y hay que decir que por fin–, los futuros imperfectos, esos más propios de folletines electorales y que un seguimiento exhaustivo por parte de la prensa ha convertido en cotidianos. Llevamos una década comiendo con los ojos la expectativa generada por este tiempo verbal: Habrá un túnel de tanto, se construirá un viaducto de cuanto, la máquina tractora se fabricará en no se dónde; el día tal se cambiará el ancho y este otro se fijará la velocidad. Hemos vivido de futuros imperfectos, con lo poco que alimentan y lo mucho que engordan. Tal ha sido nuestro empacho que hemos llegado a distinguir los futuros huecos de los rellenos, los verdes de los maduros. Hoy pasan a mejor vida, hoy sufren la milagrosa metamorfosis que convierte las palabras en hechos. Falta un rato largo para que veamos el final de esta historia de trincheras, desvíos y entibaciones. Aún habrá que comer futuros imperfectos, futuros cargantes y futuros ilusorios. Pero, al menos, el tren que hoy llega ha de restaurarnos con la proteína de lo tangible.
©Rafael Vega