El Norte de Castilla, 9 de diciembre de 2006Los educadores del centro Zambrana van a tener botones antipánico. Es la solución de nuestro evo. Desde que digitalizamos la vida cotidiana creemos que puede cambiarse el mundo con solo pulsar un botón. Pero el botón antipánico no es un invento lamentable por su fraternal vinculación con la virtualidad. En otras circunstancias, habida constancia de nuestra capacidad de raciocinio, de nuestra voluntad teórica para mejorar la convivencia, habríamos pensado en atajar el pánico de otro modo. Por ejemplo, modificando la causa. Los educadores del centro Zambrana, sin ir más lejos, fueron en su día la solución al pánico social que provocaban los muchachos violentos. Es evidente el fracaso de aquel tratamiento porque todo indica a que el antibiótico que la sociedad administró ha enfermado de gripe. Y en este letargo de ideas y arrojo no es extraño que llegue el día en que los botones antipánico se generalicen. Puede que más de un profesor de instituto sienta deseos de contar con uno para enfrentarse a diario con los alumnos más desafiantes; quizá haya padres y madres deseosos de tener uno en el llavero del coche cuando sufren el maltrato de sus hijos. Lo cierto es que la manada tiene miedo de sus criaturas y no atisbo nada más desolador que esta ruptura con el futuro.
©Rafael Vega