>

Blogs

Roberto Carbajal

La aventura humana

El dilema del hámster

La especie humana progresa y retrocede al cincuenta por ciento. Con esta estadística tan balanceada es improbable que avance. Tal vez la razón se encuentre en nuestra efímera existencia o en el hecho de que el hombre común ha malinterpretado la lucha por la supervivencia, convirtiéndose en un hámster, animalito que debe su bautismo al término alemán “hamstern” (acaparar). Y de esta práctica tan irregular no se salva nadie. Las grandes corporaciones, por su avaricia; los sustratos inferiores, por impericia. Nadie duda de que sufrimos los estertores de un cambio brutal en la aventura que arrancó cuando experimentamos aquella lejana erección de pies a cabeza. Comenzamos a tontear con el sílex durante la Edad de Piedra. Más tarde nos topamos con el cobre o el hierro, y es en ese punto en el que comenzaron los problemas que nos han ubicado en donde estamos ahora. Nuestros toscos antepasados vivían a lo grande. Se ataviaban de ropajes naturales y hay que reconocer que se alimentaban con productos de primera. Y maldita la hora en que en esos lejanos días a alguien se le ocurrió unir cuatro troncos y fabricar un par de ruedas. Las montaron en carros rudimentarios y se inició el peloteo de aquí para allá, fastidiando a gente que vivía tan tranquila. Luego apareció en escena Henry Ford en las postrimerías del siglo XIX y sus ensoñaciones acabaron dándonos la puntilla.

Dondequiera que alcemos la mirada, vemos esta civilización atolondrada, mientras nuestras espaldas soportan el yugo del consumismo, que nos aúpa hasta el escalón de una felicidad tan falsa que sólo ha tenido que colapsarse todo sistema para darnos cuenta de lo vulnerables que somos. No será porque carecíamos de las herramientas que nos permitiesen acceder al conocimiento y corregir tanta tontería; el asunto es que estábamos a lo nuestro, y ahora nos pesa. Como las grandes empresas anhelan mayores beneficios, encargan la producción a países con mano de obra esclava. Al cerrar los centros de producción locales, quienes son despedidos no pueden permitirse comprar un automóvil, y el ciclo continúa. La industria auxiliar cesa en su actividad y en los alrededores todo el mundo sufre el desempleo. Las tiendas dejan de vender, la gente piratea lo que puede y el mundillo de la creación cultural se contrae. Muchos periódicos echan el cierre y los que sobreviven no saben arrostrar tanta incertidumbre. Se levantaron tantos edificios que parecía que cualquier familia española iba a alumbrar septillizos con sendas hipotecas bajo el brazo. Y así, hasta el infinito. Siempre nos quedará el discurso de que hemos salido de otras calamidades peores. Antes pensábamos que el hambre pertenecía al negrito del África tropical; ahora resulta que planea sobre nuestras cabezas. La cuestión es cómo eludir ser un hámster de carrillos llenos y no resignarse a pedalear a lo tonto en el interior de un cilindro que no conduce a ninguna parte.

El Norte de Castilla, 31 de enero de 2009

Temas

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


febrero 2009
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
232425262728