¿Quién no lo ha visto en los quioscos alguna vez y no se ha atrevido a comprarlo? Cuando era un crío no sabía exactamente de qué iba esta publicación entrañable; no porque no supiera leer, sino porque te producía respeto el grabado de la portada, con don Mariano Castillo y Ocsiero mirándote fijamente y congelándote.

Conozco un punto de venta que lo expone en una vitrina de la fachada. La portada del que sirve de reclamo comienza a cuartearse y a amarillear con el paso de los días, lo que significa que, al menos, tendrá en el almacén otro en condiciones para ser vendido. Así que decidí comprarlo para quitarme el trauma de la infancia. En sus 48 páginas, los herederos del Sr. Castillo y Ocsiero dan un repaso al santoral, las fiestas patronales, el nacimiento, muerte y resurrección de los astros, y la previsión del tiempo.

El Zaragozano constituyó una referencia para los hombres del campo años atrás. Ahora, como son una especie en extinción, es referente del romanticismo. El interior, dividido por meses, está jalonado de santos, puestas de Sol y citas. Por ejemplo, para este mes de marzo, nos han regalado las siguientes: “Cuando una puerta se cierra, no pongas los dedos. Noel Clarasó.” “Marzo con lluvias, buen año de alubias.” “Para que cunda el trabajo, esté lo de arriba, arriba y lo de abajo, abajo.” “Un perro no ladra por valiente sino por miedoso. Proverbio.“

La publicación no es rigurosamente científica, aunque lo pretenda. Claro que hay días en que pones el telediario y te cuentan que va a llover, cuando te estás paseando en camiseta. Al parecer, el Sr. Castillo y tal era astrónomo, con toda la prevención, pero esta publicación entrañable tiene elementos que seguro que nuestra gente del campo hace suyos. Voy a estar atento ahora para ver si se cumplen algunas de las desahogadas predicciones.

Particularmente, el Zaragozano me retrotrae a épocas en que la cocina se elaboraba con productos que despertaban los sentidos, arrancados de la tierra tras ser criados con cuatro cosas.

A la audacia de sus predicciones meteorológicas, hay que añadirle un halo de magia que lo mantiene vivo en quioscos y librerías. El Calendario Zaragozano. El Firmamento salió a la calle en 1840. Así que algo tendrá la mirada de don Mariano. Cómpralo alguna vez y verás. Cuesta 1,50 y es una edición de bolsillo.