Pueden llamarme estúpido o, simplemente, ignorante. El caso es que no encuentro una sola diferencia entre un loro y un toro de lidia, más allá de la que concierne al tamaño o a la estética. Tampoco alcanzo a comprender parte de la legislación vigente; y no por el lenguaje vago con el que están redactadas nuestras normas de convivencia, sino porque algunas de ellas son indeseables y un insulto a la inteligencia. Sin ir más lejos, tomemos las que se ocupan de los animales. Llega el verano y, con él, una sarta de ceremoniales primitivos que nada tienen que ver con las expectativas que muchos habíamos depositado en el ser humano. Del mismo modo que coexisten ciudadanos de primera, segunda y última división, a los llamados bichos les aplicamos una suerte similar. Con la llegada de un sol abrasador, comienzan a afilarse los cuchillos… una amplia variedad de ellos. En España el maltrato animal es legal. Si a un tipo le cazan dándole una paliza a su perro, quizá se le caiga el pelo, aunque sólo un par de mechones. Pero si ese mismo tío es de Tordesillas y se ensaña a lanzadas con un toro hasta acabar con su vida, le dan un trofeo y puede que disfrute de un par de polvos que aguardaban en la recámara. Es el héroe del día y todos a aplaudir. A los toros la muerte les sienta bien; de hecho, ya no van a tener que preocuparse nunca más por rumiar el menú del día. En Castilla y León todo el tinglado también goza de las bendiciones gubernamentales, como no podría ser de otro modo. Si alguien le planta cara a la palabrería que da cobertura a estos deleznables espectáculos, significa que va contra la cultura y la tradición de su tierra. Puede que te abaniquen si te plantas en Tordesillas a protestar: quién diablos te hizo los planes de fin de semana, ¿tu conciencia o tu peor enemigo? Eres antipatriota, porque no sabes reconocer las señas de identidad de tu país; miras hacia el futuro, cuando el pasado se funde con el presente.
No todo son malas noticias en nuestro diverso territorio. La plataforma catalana Prou (Basta) ha convencido a 180.000 personas para que le den la puntilla a esta feria de la sinrazón. Con el peso de esas rúbricas acreditadas, tienen de sobra para que el legislativo se plantee introducir cambios en la ley que vela por los animales en aquella comunidad. Casi setenta municipios han abolido este juego de niños malos. Como sucede con la gripe, todo es contagioso. En el municipio asturiano de Castrillón se han pronunciado en la misma línea, y eso que el asturcón parece más un caballo de tiovivo que un animal vivo.
Si sus señorías del Parlament votan a favor, el peor oficio que podrás desempeñar en Cataluña será el de torero. Puede que tengas que conformarte con torear a tu suegra, que daba la sensación de estar menos protegida que un traje de luces; pero es mejor que no emplees el estoque con ella, pues es quien va a darte de comer.
Publicado en El Norte de Castilla el 9 de mayo de 2009
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