José María Aznar ha confesado que todos los días se plantea regresar a la política. Lo leí en El Norte, pero me pareció insuficiente. Me refiero a que todo el mundo debería hacerse eco de estas reflexiones, aunque sólo sea para estar preparados y que no se nos atasque el cruasán. Aznar dice que se lo piden a diario y, la verdad, no es extraño. Si la política española es aburrida en depende qué foros, viene el ex presidente y te rescata del sopor. Alguien que abandona un hábito tan afrodisíaco encarna el peligro hecho hombre al retomar el vicio. Sucede lo mismo con el tabaco, que lo dejas un año y luego te comes los cigarrillos como si fuesen macarrones. Hace una semana me topé con una entrevista a Michael Portillo. Hijo de un republicano español exiliado, Michael nació en el Reino Unido e irrumpió en la política muy pronto. Fue ministro de Empleo, Defensa y del Tesoro con John Major, y tras su paso por estos tres despachos, apuntaba como la esperanza del Partido Conservador británico. Pero a pesar de ser un seguidor empedernido de Margaret Thatcher y euroescéptico convencido con buena planta, este periodista se quedó en nada. Pues qué bien. Durante la charla, Portillo aseguró que la Historia reconocería a largo plazo las virtudes de Aznar. La razón: colocó a nuestro país en el mapa gracias a la dichosa fotografía de las Azores. Y se quedó tan pancho. La falsa guerra contra el terror iraquí y la sangría que aún la acompaña son dignas de entronizar a cualquiera, al margen de que también pudieras ser el responsable de casi doscientas muertes en tu país. Pelillos a la mar, ‘Portelo’, que es como pronuncian allí esa pifia política británica.
En favor de José María Aznar hay que decir que su liderazgo era fortísimo. En realidad, era fuerte, muy fuerte; también por el hecho de que se permitió nombrar a su sucesor. Su delfín no tiene el mismo tirón que quien le apuntó con el dedo. Por eso el PP corretea por ahí como un pollo sin cabeza y trufado de corruptelas, aunque ganando elecciones, que es asaz pasmoso. Que el tesorero del partido esté en la picota y que su sangre pueda salpicar a toda la organización sobrepasaría la paciencia de Aznar, pueden creerlo. Que el escándalo Gürtel sea el pan nuestro de cada día en el clan de los genoveses, también. Y no es por la conjetura de encontrar sólo pureza en el espíritu del ex presidente, sino porque quien le conoce sabe que no se deja salpicar por las meteduras de pata de sus vasallos. Aznar te hace un mohín y estás fuera. En el Reino Unido los políticos caen como moscas cuando les cazan en lo que aquí se consideran tonterías. Pero aunque padezcamos el reinamadrismo, nosotros no somos británicos; faltaría más. España es el país de las oportunidades: entras con un agujero en el bolsillo y dejas el Poder con el futuro resuelto. Hasta que la justicia se fija en ti. La justicia de verdad.
Publicado en El Norte de Castilla el 11 de julio de 2009