El juez juzgado
Para convertirse en juez basta con nacer y aprobar la oposición. Nadie va a tomarse la molestia de indagar en que el candidato tontee con la estupidez o que piense que las lesbianas son como lagartas. El aspirante a juzgar a sus semejantes se mete entre pecho y espalda tal cantidad de puntos y comas, […]