No es preciso ser adivino para conocer las consecuencias que acarrea hurgar en un avispero. Del mismo modo, es pecar de ingenuo pensar que Israel iba a cruzarse de brazos mientras una flotilla de ayuda humanitaria pretendía entrar en Gaza a través de sus aguas. Ahora que los muertos están sobre la mesa de autopsias, conviene depurar responsabilidades y atribuirle a cada uno la porción correspondiente. A la vista de la información que ha trascendido, el convoy desoyó las advertencias israelíes y, a pesar del peligro latente, los responsables de las vidas de setecientos cooperantes decidieron seguir con el plan. La prensa israelí seria ha criticado la acción, centrándose en lo erróneo de la estrategia desplegada. Nadie se explica cómo Ehud Barak, ex primer ministro laborista, el militar más laureado de la historia del país y actual responsable de la defensa nacional, trazó un plan tan absurdo para detener la caravana. Y es que el ejército hebreo no levanta cabeza, a pesar de la extraordinaria dotación técnica y la supuesta formación de sus elites. Se sustanció en el desastre de la contienda contra las milicias del Hezbolá en 2006 y, dos años más tarde, en las desastrosas incursiones en Gaza. Ambas acciones, muy criticadas por la sociedad israelí, han sido coronadas con la acaecida ahora.
En toda labor militar pagan el pato gran número de inocentes y otros sacan un rendimiento enorme. El gobierno turco de Tayyip Erdogan, el país del que partió el ‘Mavi Mármara’ y viejo aliado estratégico de Israel, gobernado por el AKP, un partido islamista con pretensiones que pretende acabar con el laicismo y al mismo tiempo ingresar en la Unión Europea. El Hamás palestino, grupo terrorista que ostenta el poder en Gaza y que se reforzará tras la tragedia, espoleado por el crimen y erigido en salvador universal.
Entre los damnificados, Estados Unidos, el esencial valedor israelí, colocado hoy en una situación incómoda. El proceso de paz, aparcado de nuevo; el pueblo palestino y sus derechos, sin solución. Y las familias de los muertos. La imagen del conjunto de la sociedad israelí, vapuleada en los cinco continentes.
Las soflamas antisemitas vuelven a multiplicarse y la esperanza, a desvanecerse.
Publicado en El Norte de Castilla el 2 de junio de 2010