El tiempo es demasiado valioso como para perderlo en discursos vacíos. Si no fuera porque la pugna entre israelíes y palestinos apadrina a montones de muertos, el nuevo proceso de paz sería para tomárselo a broma. No existe nadie vivo con uso de razón que no haya presenciado pantomimas similares. El hecho es que durante décadas todos los presidentes de Estados Unidos han promovido hojas de ruta entre los dos enemigos de Tierra Santa. Barack Obama se suma a la lista y el tiempo demostrará que otros volverán a hacerse la foto con el mismo resultado.
Cuenta la tradición que David derribó al gigante filisteo Goliat con un pedrusco y desde una distancia considerable. Este mito tiene más crédito que la posibilidad de que en Israel se sustancie un acuerdo del que emane un Estado palestino, con ejército y todo lo que conlleva ser independiente. En 1995 un extremista judío asesinó al primer ministro israelí Yitzhak Rabín por firmar los Acuerdos de Oslo con Yasir Arafat, un ex terrorista corrupto y millonario que no tenía intención de cumplir una sola coma del texto, salvo continuar robando y engañando al pueblo que debía defender. Así es como se las gastan en aquel querido territorio.
Biniamín Netanyahu acudió a la Casa Blanca con la misma cara de siempre. El primer ministro hebreo entiende este tipo de visitas como quien se afeita a diario. Tengamos en cuenta que su gabinete lo forman treinta ministros de cinco partidos, cada cual más extremista y ultraortodoxo, al margen de los laboristas. Si el propio Netanyahu es un descreído sobre hacer concesiones a los palestinos, no es difícil imaginar lo que piensan el peligroso ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, y los religiosos sefardíes del poderosísimo Shas sobre el paquete completo. A todo ello sumemos la división entre los palestinos del presidente Mahmud Abbas y los radicales del Hamás, grupo adalid de las letales ideas iraníes sobre Israel. La situación se asemeja bastante a esa película que alguien ha visto diez veces: aunque sepas el final, te gustaría que cambiase alguna vez.
Pero todo sea por mantener sección fija en el telediario y conocer gente de otras latitudes. Si no quieres una taza de caldo, toma taza y media.
Publicado en El Norte de Castilla el 15 de septiembre de 2010