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Roberto Carbajal

La aventura humana

Esperanza dinamitada

España es un país de camareros y albañiles. Duele asumirlo, habida cuenta de que tuvimos la oportunidad de haber cambiado ese panorama sembrando algo más que ladrillos o emborrachando a los turistas. Tampoco se dan las condiciones para embridar la implacable inercia de la costumbre, pues desmontar arquetipos requiere de inteligencia y nuestro reputado cainismo acostumbra a despreciarla. Los españoles pusimos todos los huevos en la misma cesta con un par y ahora contemplamos horrorizados cómo se esparcen por el suelo montañas de cáscaras vacías.

El hecho de que el turismo constituya la principal industria nacional da una idea de la fragilidad de nuestro futuro. El turismo y la construcción corretean cogidos de la mano como Pili y Mili. Nuestro pequeño mundo está más abierto que nunca y economías a las que considerábamos dormidas avanzan con paso firme exportando un tejido productivo tan formidable como tormentoso para nosotros. La industria pesada en España es pura anécdota y la fabricación de un puñado de productos tecnológicos de alto valor añadido prevalece gracias al tesón de cuatro aventureros que antes padecieron el naufragio en un mar de lágrimas. Resulta muy doloroso contemplar cómo nuestros jóvenes no cuentan en su país con expectativas laborales y retrasan cuanto pueden la decisión de abandonarlo. Están preparados pero aquí se los desprecia. Cuando alguien dice que en España se vive mejor que en ninguna otra parte no sabe de lo que está hablando. Es una expresión onerosa quizá estrechamente ligada al hecho de que hay un bar en cada esquina y a la emanación etílica que flota en el ambiente. Un lugar en el que merece la pena vivir es aquel que se ocupa de las inquietudes de sus ciudadanos, no el que rezuma autocomplacencia y desprecio hacia la esperanza.

Hoy se ha montado una huelga sin querer, mal llamada general. Se celebra a regañadientes, porque no creen en su bondad ni los propios convocantes. La gente ha desenmascarado el tinglado y sabe que al día siguiente todo seguirá igual. España es diestra en acabar con la paciencia de cualquiera pero somos incapaces de cambiar la estructura de nuestro Estado. No sabemos o no queremos, y eso que lo necesitamos más que nunca.

Publicado en El Norte de Castilla el 29 de septiembre de 2010

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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